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Anastasio Ovejero Bernal
observa que las respuestas de los otros no coinciden con aquella que él
creía la acertada, y además no tiene ninguna razón para dudar de las respuesta de los otros. El sujeto entonces hace la hipótesis de que es posible
un error y pone más atención en los datos del problema, en los elementos
de la situación y en las razones de desacuerdo (en este caso, los cambios
inducidos por la respuesta del otro no son ni tan frecuentes, ni tan acentuados, ni tan estables). De esta forma, es la incertidumbre, ya provenga de
las respuestas de los otros o ya preexista, la que lleva al sujeto a tomar conciencia de la probabilidad del error. Pero como en general no puede verificar las respuestas de los otros, y además la situación le exige una respuesta final a corto plazo, entonces esta respuesta final será un
compromiso con las respuestas de los otros. El sujeto adoptaría, pues, la
estrategia de acumular y combinar un número relativamente elevado de
informaciones que son índices de validez limitada, y así la probabilidad de
la respuesta exacta será pequeña, pero también será pequeña la probabilidad de cometer grandes errores. Es una especie de encuesta que hace el
sujeto no para saber cuál es la respuesta exacta, sino para saber cuál es la
respuesta que tiene más probabilidades de ser exacta. O sea, que lo que
interesaría al sujeto sería minimizar al máximo los errores. Ello se observa
mejor en aquellas tareas que requieren un juicio cuantitativo, donde el
sujeto tiende a reducir la distancia entre su respuesta y la respuesta de los
otros sin llegar a adoptarlas totalmente. En resumidas cuentas, cuando la
tarea exige respuestas categóricas, el individuo trata de resolver su incertidumbre adoptando las respuestas más frecuentes (o sea, las mayoritarias),
pero cuando la tarea exige una respuesta continua los sujetos no adoptan la
respuesta mayoritaria sino que hacen un ajuste entre su respuesta y la respuesta mayoritaria.
b) Relaciones interindividuales: sin embargo, el fenómeno de convergencia no se reduce a la aplicación de operaciones lógico-matemáticas o a
características de la personalidad. Las informaciones proporcionadas por
las respuestas del otro están también cargadas de valores. Ante todo, los
efectos de la convergencia no son independientes de las relaciones interindividuales establecidas antes o que se establecen en el momento de la elaboración de las normas. Ya Allport daba una explicación de este tipo.
c) Divergencias sociales y divergencias perceptivas: no sólo cuentan las
relaciones entre individuos, sino también las divisiones sociales y hasta las
diferencias ideológicas, como se demostró en el citado estudio de Sampson
así como en el de Lemaine, Lasch y Ricateau (1971-1972). Este último trabajo, como vimos, mostró que la convergencia con un cómplice que da respuestas alejadas de las del sujeto es más importante cuando el cómplice
comparte las mismas opiniones ideológicas que el sujeto. Curiosamente,
cuando el cómplice emite las mismas evaluaciones del efecto autocinético
que el sujeto, pero posee opiniones ideológicas diferentes, el sujeto aleja
sus propias evaluaciones de las del cómplice, a fin de preservar su identidad. O sea, que nos dejamos influir por aquellos que son parecidos a nosotros, pero la influencia será nula e incluso negativa en el caso de aquellos