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Anastasio Ovejero Bernal
ya llevaban allí un año y que, por tanto, se conocían bien, intentando Sampson que todas estas parejas estuvieran marcadas por una asimetría en el
grado de estima interpersonal (según un test sociométrico, uno era el primer
preferido del otro, pero éste no figuraba ni siquiera entre los tres primeros
preferidos por aquél); y c) cinco parejas compuestas por un monje y un
novicio, o sea, separadas por la jerarquía y, por consiguiente, con una considerable diferencia de estatus. Pues bien, los resultados fueron los siguientes:
en la primera condición se dio una influencia recíproca y se observó una
convergencia; en la segunda también se produjo la convergencia, pero el
novicio menos estimado cambió más sus respuestas de lo que lo hizo el más
estimado, de forma que aquél se adaptaba a éste; y en la tercera se observó
que el sujeto de alto estatus (el monje) mostraba la mayor inflexibilidad en
sus juicios (o la menor convergencia), mientras que el novicio cambiaba sus
juicios al principio de la interacción para adaptarlos a los del monje, diferenciándose más tarde y volviendo a su posición primera cuando comprobaba que el monje no cedía en nada. Es decir, pues, que tampoco aquí se
podrá olvidar algo fundamental como es el contexto social real en que intervienen los factores cognitivos, como las relaciones ideológicas o de amistad.
Resumiendo todo esto, Doise (1982) reduce a cuatro las interpretaciones que se han dado de los resultados de Sherif, o sea, del fenómeno de la
normalización:
a) Modelo del sujeto estadístico: G. de Montmollin, que ya había estudiado sistemáticamente los efectos del grupo sobre la reestructuración perceptiva (Montmollin, 1955, 1957a, 1957b) no podía por menos que dar una
explicación perceptivo-cognitiva de los fenómenos de influencia. En efecto,
basándose en la distinción que hacen Deutsch y Gerard (1955) entre
influencia normativa e influencia informativa, para quienes la influencia
normativa se refiere al hecho de que un sujeto se conforma a las expectativas de otro, mientras que en la influencia informativa los sujetos utilizan las
respuestas de otro como información complementaria sobre el entorno,
Germaine de Montmollin propone un modelo que podría resumirse así: los
sujetos tienden a acercarse a la tendencia central de una distribución parcial verosímil de las respuestas de su grupo, apareciendo esta media parcial
como la más susceptible de conllevar el acuerdo del mayor número de los
miembros y, por tanto, con la mayor probabilidad ser verdadera. El propio
Sherif insiste en la incertidumbre de un sujeto colocado ante la necesidad
de organizar un objeto no estructurado al que no puede aplicar ninguna
media objetiva, ni cualquier otra forma de verificación empírica. Así, pues,
a falta de validación empírica, el sujeto recurre a otros criterios a fin de restablecer un cierto grado de certidumbre. Por ello, el sujeto va a considerar
sus primeras respuestas, a establecer un valor mediano y a disminuir progresivamente el grado de variación de las respuestas ulteriores. En una
situación colectiva, las respuestas de cada uno evaluadas recíprocamente
permiten establecer ese valor mediano. Las respuestas de los otros, pues,
no poseen más que un valor informativo y no son integradas cognitiva-