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158 Anastasio Ovejero Bernal ya llevaban allí un año y que, por tanto, se conocían bien, intentando Sampson que todas estas parejas estuvieran marcadas por una asimetría en el grado de estima interpersonal (según un test sociométrico, uno era el primer preferido del otro, pero éste no figuraba ni siquiera entre los tres primeros preferidos por aquél); y c) cinco parejas compuestas por un monje y un novicio, o sea, separadas por la jerarquía y, por consiguiente, con una considerable diferencia de estatus. Pues bien, los resultados fueron los siguientes: en la primera condición se dio una influencia recíproca y se observó una convergencia; en la segunda también se produjo la convergencia, pero el novicio menos estimado cambió más sus respuestas de lo que lo hizo el más estimado, de forma que aquél se adaptaba a éste; y en la tercera se observó que el sujeto de alto estatus (el monje) mostraba la mayor inflexibilidad en sus juicios (o la menor convergencia), mientras que el novicio cambiaba sus juicios al principio de la interacción para adaptarlos a los del monje, diferenciándose más tarde y volviendo a su posición primera cuando comprobaba que el monje no cedía en nada. Es decir, pues, que tampoco aquí se podrá olvidar algo fundamental como es el contexto social real en que intervienen los factores cognitivos, como las relaciones ideológicas o de amistad. Resumiendo todo esto, Doise (1982) reduce a cuatro las interpretaciones que se han dado de los resultados de Sherif, o sea, del fenómeno de la normalización: a) Modelo del sujeto estadístico: G. de Montmollin, que ya había estudiado sistemáticamente los efectos del grupo sobre la reestructuración perceptiva (Montmollin, 1955, 1957a, 1957b) no podía por menos que dar una explicación perceptivo-cognitiva de los fenómenos de influencia. En efecto, basándose en la distinción que hacen Deutsch y Gerard (1955) entre influencia normativa e influencia informativa, para quienes la influencia normativa se refiere al hecho de que un sujeto se conforma a las expectativas de otro, mientras que en la influencia informativa los sujetos utilizan las respuestas de otro como información complementaria sobre el entorno, Germaine de Montmollin propone un modelo que podría resumirse así: los sujetos tienden a acercarse a la tendencia central de una distribución parcial verosímil de las respuestas de su grupo, apareciendo esta media parcial como la más susceptible de conllevar el acuerdo del mayor número de los miembros y, por tanto, con la mayor probabilidad ser verdadera. El propio Sherif insiste en la incertidumbre de un sujeto colocado ante la necesidad de organizar un objeto no estructurado al que no puede aplicar ninguna media objetiva, ni cualquier otra forma de verificación empírica. Así, pues, a falta de validación empírica, el sujeto recurre a otros criterios a fin de restablecer un cierto grado de certidumbre. Por ello, el sujeto va a considerar sus primeras respuestas, a establecer un valor mediano y a disminuir progresivamente el grado de variación de las respuestas ulteriores. En una situación colectiva, las respuestas de cada uno evaluadas recíprocamente permiten establecer ese valor mediano. Las respuestas de los otros, pues, no poseen más que un valor informativo y no son integradas cognitiva-