Test Drive | Page 108

Capítulo VII La conducta agresiva o antisocial Introducción No cabe duda de que vivimos en un mundo lleno de agresividad y violencia. Como dice Paul Ricoeur, «la historia del hombre parece identificarse con la historia del poder violento». Se dice a menudo que jamás anteriormente ha habido tanta como ahora. No creo que ello sea cierto. Pero lo que sí es bien cierto es que la cantidad y clase de armas actuales han hecho que las consecuencias de las conductas agresivas y violentas sean hoy día más desastrosas que en épocas anteriores. De hecho, el poderío militar va haciendo cada vez más mortíferos los conflictos armados entre grupos y entre naciones. Sólo durante la Segunda Guerra Mundial murieron 60 millones de personas, mientras que en el total de las guerras habidas en los tres siglos precedentes habían muerto 25 millones. A primeros del siglo xix se creía en el «progreso» de la Humanidad y se esperaba que al progreso científico, cultural y tecnológico le acompañaría una mejora en las relaciones sociales humanas, y que disminuiría la agresión y la violencia. Y ello no ha sido así. Aumenta el nivel de estudios de la población del mundo occidental, aumenta su progreso social, tecnológico, etc, pero sin embargo, en absoluto disminuyen los actos de agresión y violencia. Por el contrario, las consecuencias de tales actos se han agravado dramáticamente. Pues bien, todo ello ha hecho que este tema haya sido uno de los más estudiados en las últimas décadas por psicólogos, etólogos, antropólogos, y sobre todo, por psicólogos sociales. De hecho, como señalan Krebs y Miller (1985, pág. 3) aunque los orígenes del estudio de la agresividad humana se remonta a los primeros textos de psicología social, no es hasta la publicación del libro de Dollard y colaboradores (1939), Frustración y Agresión, cuando se estudia ya de una forma sistemática. Este libro marcó la pauta