Test Drive | Page 82

—Master. —¡El amo! —exclamé yo—. ¡Insensato! ¡No, no es dueño de tu vida! Es necesario huir! ¡Es preciso llevarle con nosotros! ¿Me entiendes? Había asido a Hans por el brazo y trataba de obligarle a que se pusiera de pie, sosteniendo con él un pugilato. Entonces intervino mi tío. —Calma, Axel —me dijo—. Nada conseguirías de este servidor impasible. Así, escucha lo que voy a proponerte. Yo me crucé de brazos, contemplando a mi tío cara a cara. . —La falta de agua —dijo— es el único obstáculo que se opone a la realización de mis proyectos. En la galería del Este, formada de lavas, esquistos y hullas, no hemos hallado ni una sola molécula de líquido. Es posible que tengamos más suerte siguiendo el túnel del Oeste. Yo sacudí la cabeza con un aire de perfecta incredulidad. —Escúchame hasta el fin —añadió el profesor esforzando la voz—. Mientras yacías ahí, privado de movimiento, he ido a reconocer la conformación de esa otra galería. Se hunde directamente en las entrañas del —lobo, y, en pocas horas, nos conducirá al macizo granítico, donde hemos de encontrar abundantes manantiales. Así lo exige la naturaleza de la roca, y el instinto se alía con la lógica para apoyar mi convicción. He aquí, pues, lo que quiero proponerte: cuando Colón pidió a sus tripulaciones un plazo de tres días para hallar las nuevas tierras, aquellos esforzados marinos, a pesar de hallarse enfermos y consternados, accedieron a su demanda, y el insigne genovés descubrió el Nuevo Mundo. Yo, Colón de estas regiones subterráneas, sólo te pido un día. Si, transcurrido este plazo, no he logrado encontrar el agua que nos falta, te juro que volveremos a la superficie de la tierra. A pesar de mi irritación, me conmovieron estas palabras de mi tío y la violencia que tenía que hacerse a sí mismo para emplear semejante lenguaje. —Está bien —exclamé—, hágase en todo la voluntad de usted, y que Dios recompensé su energía sobrehumana. Sólo dispone usted de algunas horas para probar su suerte. ¡En marcha!