Test Drive | Page 37

de Trampe en persona. El profesor lo reconoció al instante. Le entregó las cartas que traía de Copenhague, y se entabló entre ellos una corta conversación en danés, en la cual no tomé parte, como era natural. Esta primera entrevista dio por resultado que el barón de Trampe se pusiese por completo a las órdenes del profesor Lidenbrock. El alcalde señor Finsen, no menos militar por su indumentaria que el gobernador, pero tan pacífico como éste, hubo de dispensar a mi tío la más favorable acogida. En cuanto al coadjutor, señor Pictursson, giraba a la sazón una visita pastoral a la región septentrional de su diócesis, y tuvimos que renunciar, por lo pronto, al gusto de serle presentados. Pero, en cambio, trabamos conocimiento con un bellísimo sujeto, el señor Fridriksson, catedrático de ciencias naturales de la escuela de Reykiavik, cuyo concurso nos fue de inestimable valor. Este modesto sabio sólo hablaba el islandés y el latín. Me ofreció sus servicios en el idioma de Horacio. y comprendí en seguida que estábamos creados para comprendemos mutuamente. Y, en efecto, ésta fue la única persona con quien pude conversar durante mi estancia en Islandia. —Como ves, querido Axel —hubo de decirme mi tío—, todo va como una seda: lo más difícil ya lo tenemos hecho. —¿Cómo lo más difícil?—exclamé yo estupefacto. —Pues claro: ¡sólo nos resta bajar! —Mirado desde ese punto de vista, tiene usted mucha razón; mas supongo que, después de bajar, tendremos que subir nuevamente. —¡Bah! ¡bah! ¡Lo que es eso no me inquieta! Con que, manos a la obra, que no hay tiempo que perder. Me voy a la biblioteca. Tal vez se conserve en ella algún manuscrito de Saknussemm que me gustaría consultar. —Entretanto, yo recorreré la ciudad. ¿No piensa usted visitarla? —¡Oh! eso me interesa muy poco. Las curiosidades de Islandia no se encuentran sobre su superficie, sino debajo de ella. Salí y eché a andar sin rumbo fijo. No habría sido fácil perderse en las dos calles de Reykiavik de suerte que no tuve neces