Test Drive | Page 33

inmenso cenotafio de Torwaldsen, donde se conservan las obras de este escultor, y cuyas pinturas murales son horribles: ni en el casi microscópico castillo de Rosenborg; ni en el admirable edificio de la Bolsa, estilo Renacimiento; ni en su campanario, formado por las colas entrelazados de cuatro dragones de bronca: ni en los grandes molinos instalados en las murallas, cuyas dilatadas alas se hinchan, cual las velas de un buque al soplo de la brisa del mar. ¡Qué deliciosos paseos habría dado con mi bella curlandesa por los muelles de aquel puerto, donde dormían tranquilos navíos y fragatas bajo sus rojas techumbres, junto a las verdes orillas del estrecho, en medio de las espesas sombras entre las cuales se oculta la ciudadela, cuyos cañones asoman sus negras bocas a través de las ramas de los saúcos y sauces! Pero. ¡ay, qué lejos estaba mi Graüben! Y ni aun esperanzas tenía de volver a verla jamás. Sin embargo, aunque ninguno de estos deliciosos parajes llamaron la atención de mi tío, le causó viva impresión la vista de un campanario que se erguía en la isla de Amak, que forma parte del barrio SO de Copenhague. Marchamos por orden suya en dirección hacia él, nos embarcamos en un vaporcito que transportaba pasajeros a través de los canales, y, algunos momentos después, atracarnos al muelle de Donck-Yard. Después de atravesar algunas calles estrechas en donde los galeotes, con pantalones amarillos y grises por partes iguales, trabajaban bajo la amenaza de la vara de los sotacómitres, llegamos delante de Vor-Frelsers-Kirk. E 7F