—Ante todo, le agradeceré que me diga qué quieren decir ese Yocul, ese Sneffels y ese
Scartars, de los que nunca oí hablar en los días de mi vida.
—Pues, nada más sencillo. Precisamente recibí, no hace mucho, una carta de mi amigo
Paterman, de Leipzig, que no ha podido llegar en fecha más oportuna. Ve, y coge el
tercer atlas del segundo estante de la librería grande, serie Z, tabla 4.
Me levanté, y, gracias a la gran precisión de sus indicaciones, di con el atlas en seguida.
Lo abrió mi tío y dijo:
—He aquí el mapa de Handerson, uno de los mejores de Islandia, el cual creo que nos
va a resolver todas las dificultades.
Yo me incliné sobre el mapa.
—Fíjate en esta isla llena toda de volcanes —me dijo el profesor—, y observa que
todos llevan el nombre de Yocuj, palabra que significa en islandés ventisquero. Debido a
la elevada latitud que ocupa Islandia, la mayoría de las erupciones se verifican a través de
las capas de hielo, siendo ésta la causa de que se aplique el nombre de Yocul a todos los
montes ignívomos de la isla.
—Conformes —respondí yo—, mas, ¿qué significa Sneffels?
Creí que a esta pregunta no sabría qué responderme mi tío: pero me equivoqué de
medio a medio, pues me dijo:
—Sígueme por la costa occidental de la isla. ¿Ves su capital, Reykiavik? Bien; pues
remonta los innumerables fiordos de estas costas escarpadas por el mar, y detente un
momento debajo del grado 75 de latitud. ¿Qué ves?
—Una especie de península que semeja un hueso pelado y termina en una rótula
enorme.
—La comparación es exacta, hijo mío; y ahora. dime, ¿no ves nada sobre era rótula?
—Veo un monte que parece surgir del mar.
—Pues ese es el Sneffels.
—¿El Sneffels?
—Sí, una montaña de 5.000 pies de elevación, una de las más notables de la isla, y, a
buen seguro, la más célebre del mundo entero, si su cráter conduce al centro del globo.
—Pero eso es imposible –exclamé, encogiéndome de hombros y rebelándome contra
semejante hipótesis.
—¡Imposible! ¿Y por qué? —replicó con tono severo el profesor Lidenbrock.
—Porque ere cráter debe estar evidentemente obstruido por las lavas y las rocas
candentes, y, por tanto...
—¿,Y si se trata de un cráter apagado?
—¿Apagado?
—Sí. El número de los volcanes en actividad que hay en la superficie del globo no pasa
en la actualidad de trescientos: pero existe una cantidad mucho mayor de volcanes
apagados. El Sneffels figura entre estos últimos, y no hay noticia en los fastos de la
historia de que haya experimentado más que una sola erupción: la de 1219. A partir de
esta fecha, sus rumores se han ido extinguiendo gradualmente, y ha dejado de figurar
entre los volcanes activos.
Ante estas afirmaciones no supe qué objetar, y traté de basar mis argumentos en las
otras oscuridades que contenía el escrito.