Test Drive | Page 12

otras, colócalas de arriba abajo, agrupadas de modo que formen cuatro o cinco columnas verticales. Comprendí su intención y escribí inmediatamente: T e a d o r o , b e l l i a s G i r ma ü b e n —Bien —dijo el profesor, sin leer lo que yo había escrito—; dispón ahora esas palabras en una línea horizontal. Obedecí y obtuve la frase siguiente: Toblaü eresGb aolire d,lnian —¡Perfectamente! —exclamó mi tío, arrebatándome el papel de las manos—; este escrito ya ha adquirido la fisonomía del viejo documento; las vocales se encuentran agrupadas, lo mismo que las consonantes, en el mayor desorden; hay hasta una mayúscula y una coma en medio de las palabras, exactamente igual que en el pergamino de Saknussemm. Debo de confesar que estas observaciones me parecieron en extremo ingeniosas. —Ahora bien —prosiguió mi tío, dirigiéndose a mí directamente—, para leer la frase que acabas de escribir y que yo desconozco, me bastará tomar sucesivamente la primera letra de cada palabra, después la segunda, en seguida la tercera, y así sucesivamente. Y mi tío, con gran sorpresa suya, y sobre todo mía, leyó: Te: adoro, bellísima Graüben. —¿Qué significa esto? —exclamó el profesor. Sin darme cuenta de ello, había cometido la imperdonable torpeza de escribir una frase tan comprometedora. —¡Conque amas a Graüben! ¿eh? —prosiguió mi tío con acento de verdadero tutor. —Sí... No... —balbucí desconcertado. —¡De manera que amas a Graüben —prosiguió maquinalmente—. Bueno, dejemos esto ahora y apliquemos mi procedimiento al documento en cuestión. —Abismado nuevamente mi tío en su absorbente contemplación, olvidó de momento mis imprudentes palabras. Y digo imprudentes, porque la cabeza del sabio no podía comprender las cosas del corazón. Pero, afortunadamente, la cuestión del documento absorbió por completo su espíritu. En el instante de realizar su experimento decisivo, los ojos del profesor Lidenbrock lanzaban chispas a través de sus gafas; sus dedos temblaban al coger otra vez el viejo pergamino; estaba emocionado de veras. Por último, tosió fuertemente, y con voz grave y solemne, nombrando una tras otra la primera letra de cada palabra, a continuación la segunda, y así todas las demás, me dictó la serie siguiente: mmessunkaSenrA.icefdoK.segnittamurtn ecertswrrette, rotaivxadua,ednecsedsadne