Test Drive | Page 103

idéntico camino que el sonido, debía lógicamente llegar lo mismo que él, si antes no me faltaban las fuerzas. Me levanté, pues, y comencé más bien a arrastrarme que a andar. La pendiente era bastante rápida y me dejé resbalar por ella. Pero pronto la velocidad de mi descenso creció en proporción espantosa. Aquello simulaba más bien una caída, y yo carecía de fuerzas para detenerme. De repente, el terreno faltó bajo mis pies, y me sentí caer, rebotando sobre las asperezas de una galería vertical, de un verdadero pozo: mi cabeza chocó contra una roca aguda, y perdí el conocimiento.