alguien los está observando. Pero tampoco era eso exactamente: quizá como si
además la gente quedara separada de él no por el vidrio de una ventana o por la
simple distancia que se puede salvar caminando y abriendo una puerta, sino por
una dimensión insalvable. Como un fantasma que entre personas vivientes puede
verlos y oírlos, sin que ellos lo vean ni lo oigan. Aunque tampoco era eso. Porque
no sólo los estaba oyendo sino que ellos lo oían a él, conversaban con él, en ningún
momento experimentaban la menor extrañeza, ignorando que el que hablaba con
ellos no era S., sino una especie de sustituto, una suerte de payaso usurpador.
Mi V