le gruñía, coincidiendo con qué sucesos o pensamientos, pero no le resultó posible
llegar a ninguna conclusión.
Al entrar en su escritorio se encontró con la
ÚLTIMA COMUNICACIÓN DE JORGE LEDESMA
Usted se enojó conmigo, pero no me importa. Quiéralo o no, nuestra relación está
por encima de los apretujones de este colectivo en que andamos los dos, tiene una
dimensión en la que usted nunca pensó. No me importan sus discrepancias, usted
es mi heredero: yo lo nombro y no lo podrá impedir.
Sus últimos trabajos, sus cavilaciones sobre la nada y la angustia y la poderosa
esperanza demuestran (me demuestran a mí) que ha llegado a un punto muerto. Y
únicamente podrá salir retrocediendo. Abaddón o Apollyón, el Ángel Bello o
Satanás. Basta de intermediarios. Dios, EL EXTERMINADOR. Queremos ser guías o
furgón de cola?
El mundo sigue despelotado y nadie la acierta. Y como me sobra tiempo, me
duermo un rato.
Mi libro sigue avanzando, lentamente. Me falta clima, acicate, aire, guita. Además,
tengo que confesarlo, soy un cobarde. Tendré que ver si uno de estos días me
animo a subir de nuevo desnudo al farol de la calle Corrientes. Veremos.
SALIÓ A CAMINAR SIN RUMBO
hasta que se encontró frente al BOSTON. Cómo había llegado hasta allí? En otro
tiempo frecuentaba ese café, cuando iba a conversar con los chicos de la
universidad. Pero, ahora?
Pidió una ginebra y, como en otras ocasiones angustiosas, concentró su atención en
las manchas de las viejas paredes. A medida que las escrutaba comenzó a entrever
una caverna en que creía distinguir tres seres que le resultaban familiares. Sus
actitudes, la especie de hipogeo en que se desarrollaba la ceremonia, todo parecía
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