Pero, claro, sonso: desde que el marido de la gorda Villanueva le perdonó la vida. A
menos, claro, que en este lapso hubiese deshecho otro matrimonio, y estuviese en
Caracas o Londres.
—Así que la quinta de Maschwitz —se dijo para sí Sabato, pensativamente.
—Qué decís?
—Nada.
Entonces llegó Quique con un hombrecito de un metro y medio, con una cara de
bebé bien alimentado, coloradito y sano, con anteojos de oro, vivaz. Una especie de
angelito medio pelotudo pero buena gente. Gente dispuesta a ayudar siempre.
EXPOSICIÓN DEL DOCTOR ALBERTO J. GANDULFO
—Diga, Profesor, diga —lo incitó Quique—. Nous sommes tout oreilles.
S. se retiró al otro extremo de la sala, malhumorado.
—En una época remotísima la humanidad vivía en la esfera celestial. Constituía una
inmensa familia que rodeaba al Divino Padre. No tenían cuerpo, era una comunidad
de ángeles. Estos ángeles estaban dirigidos por una jerarquía espiritual denominada
Satanás, una jerarquía de gran poder. Como puede tenerlo un general en tiempo de
guerra. La ambición del poder, sin embargo, es lo que pierde a los seres, de
cualquier naturaleza que sean. Y no por ser espiritual se carece de ambición. Así
que la ambición comenzó a perturbar la conciencia de Satanás, que llegó a
considerarse omnipotente como el Divino Padre, cuando en realidad carecía de la
facultad creadora. Y comenzó a trabajar astutamente para rebelar la organización a
su cargo, prometiendo jerarquías y poder.
—Como un militar ambicioso de cualquier paisucho, no, Profesor?
—Ni más ni menos. Debo decir que no todos los ángeles dependían de Satanás.
Pero los que dependían de él eran los más ambiciosos, o sea espiritualmente los
menos puros.
—Pero, perdóneme, Profesor. Supongo que el Divino Padre no podía ignorar el
complot. Digo, por su omnisciencia.
—Claro que no. Lo conocía, lo seguía. Y lejos de impedirlo, dejaba que esa idea
arraigara y fermentara. La libertad de pensar y de obrar, instituida por el Divino
Padre, es tan sagrada como el propio Creador. Dios no ha querido encadenar
nuestra mente y nuestra voluntad de poder, porque habría sido privarnos de
libertad parar el desarrollo de la conciencia, que es lo que nos hace progresar en el
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