—Le digo. En estos últimos años me he angustiado mucho pensando en este
problema. Han investigado a personas dormidas, con encefalógrafos. En una
universidad norteamericana, claro. Cuando uno sueña las ondas son diferentes, y
así se sabe si el individuo está soñando. Pues bien, cada vez que empieza a soñar
lo despiertan. Sabe lo que pasa?
Wainstein lo observaba como quien espera una revelación decisiva.
—El sujeto puede ser llevado al borde de la locura.
Wainstein parecía no entender.
—Comprende? Las ficciones tienen mucho de los sueños, que pueden ser crueles,
despiadados, homicidas, sádicos, aun en personas normales, que de día están
dispuestas a hacer favores. Esos sueños tal vez sean como descargas. Y el escritor
sueña por la comunidad. Una especie de sueño colectivo. Una comunidad que
impidiera las ficciones correría gravísimos riesgos.
El joven lo seguía mirando, aunque su mirada no era exactamente igual que antes.
—No sé, es una simple hipótesis. No estoy seguro.
Volvió de mal humor: esa mujer del teléfono, esa conversación sobre gatos y
fibromas, sobre tíos y estado del tiempo en Ciudadela. La vida le parecía de pronto
tan desatinada. Esa señora del tumor se iba a morir, claro. Pero qué significaba
toda esa mezcla? Y la cola, ese gusano lento, inquieto y policerebral. Esperando.
Todos. Qué, para qué. Dormir, los sueños.
Al dormir cerramos los ojos, y por lo tanto NOS CONVERTIMOS EN CIEGOS. Se
detuvo un poco, sorprendido.
El alma desamarra en el gran lago nocturno y comienza el tenebroso viaje: "cette
aventure sinistre de tous les soirs". Las pesadillas serían las visiones de ese
universo
abominable.
Y
cómo
expresar
esas
visiones?
Mediante
signos
inevitablemente ambiguos: allí no hay "copas" ni "estimado señor" ni "piano". Hay
copavaginas,
esticarajos,
cavaginas,
vagipianos,
estimarajos,
señorajos,
pianicopias, coparajos. "Análisis" de los sueños, psicoanalistas, explicaciones de
esos símbolos irreductibles a cualquier otro lenguaje. Que no lo hicieran reír, por
favor, que andaba mal del estómago. Ontofanías y punto.
Y qué candidez. Los Ciegos permanecen tranquilos. Al explicar, todo se reduce a
unas cuantas palabras inocuas y falsas: explicarle la relatividad a un chico
mongólico con gestos. Claro que se pueden construir símbolos con palabras. No lo
hizo Kafka? Pero esas palabras por separado no son los símbolos. Qué dolor de
estómago. Dios mío.
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