Test Drive | Page 128

—Le digo. En estos últimos años me he angustiado mucho pensando en este problema. Han investigado a personas dormidas, con encefalógrafos. En una universidad norteamericana, claro. Cuando uno sueña las ondas son diferentes, y así se sabe si el individuo está soñando. Pues bien, cada vez que empieza a soñar lo despiertan. Sabe lo que pasa? Wainstein lo observaba como quien espera una revelación decisiva. —El sujeto puede ser llevado al borde de la locura. Wainstein parecía no entender. —Comprende? Las ficciones tienen mucho de los sueños, que pueden ser crueles, despiadados, homicidas, sádicos, aun en personas normales, que de día están dispuestas a hacer favores. Esos sueños tal vez sean como descargas. Y el escritor sueña por la comunidad. Una especie de sueño colectivo. Una comunidad que impidiera las ficciones correría gravísimos riesgos. El joven lo seguía mirando, aunque su mirada no era exactamente igual que antes. —No sé, es una simple hipótesis. No estoy seguro. Volvió de mal humor: esa mujer del teléfono, esa conversación sobre gatos y fibromas, sobre tíos y estado del tiempo en Ciudadela. La vida le parecía de pronto tan desatinada. Esa señora del tumor se iba a morir, claro. Pero qué significaba toda esa mezcla? Y la cola, ese gusano lento, inquieto y policerebral. Esperando. Todos. Qué, para qué. Dormir, los sueños. Al dormir cerramos los ojos, y por lo tanto NOS CONVERTIMOS EN CIEGOS. Se detuvo un poco, sorprendido. El alma desamarra en el gran lago nocturno y comienza el tenebroso viaje: "cette aventure sinistre de tous les soirs". Las pesadillas serían las visiones de ese universo abominable. Y cómo expresar esas visiones? Mediante signos inevitablemente ambiguos: allí no hay "copas" ni "estimado señor" ni "piano". Hay copavaginas, esticarajos, cavaginas, vagipianos, estimarajos, señorajos, pianicopias, coparajos. "Análisis" de los sueños, psicoanalistas, explicaciones de esos símbolos irreductibles a cualquier otro lenguaje. Que no lo hicieran reír, por favor, que andaba mal del estómago. Ontofanías y punto. Y qué candidez. Los Ciegos permanecen tranquilos. Al explicar, todo se reduce a unas cuantas palabras inocuas y falsas: explicarle la relatividad a un chico mongólico con gestos. Claro que se pueden construir símbolos con palabras. No lo hizo Kafka? Pero esas palabras por separado no son los símbolos. Qué dolor de estómago. Dios mío. 128