liberalidad de Alejandro, el valor de César, la clemencia y verdad de Trajano, la
fidelidad de Zopiro, la prudencia de Catón, y, finalmente, todas aquellas acciones
que pueden hacer perfecto a un varón ilustre, ahora poniéndolas en uno solo, ahora
dividiéndolas en muchos. Y siendo esto hecho con apacibilidad de estilo y con
ingeniosa invención, que tire lo más que fuera posible a la verdad, sin duda
compondrá una tela de varios y hermosos lizos tejida, que después de acabada, tal
perfección y hermosura muestre, que consiga el fin que se pretende en los escritos,
que es enseñar y deleitar juntamente, como ya tengo dicho. Porque la escritura
desatada destos libros da lugar a que el autor pueda mostrarse épico, lírico,
trágico, cómico, con todas aquellas partes que encierran en si las dulcísimas y
agradables ciencias de la poesía y de la oratoria; que la épica también puede
escrebirse en prosa como en verso.
Capítulo 48: Donde prosigue el canónigo la materia de los libros de
caballerías con otras cosas dignas de su ingenio
-Así es como vuestra merced dice, señor canónigo -dijo el cura-, y por esta causa
son más dignos de reprehensión los que hasta aquí han compuesto semejantes
libros, sin tener advertencia a ningún buen discurso, ni al arte y reglas por donde
pudieran guiarse y hacerse famosos en prosa, como lo son en verso los dos
príncipes de la poesía griega y latina.
-Yo, a lo menos -replicó el canónigo-, he tenido cierta tentación de hacer un libro
de caballerías, guardando en él todos los puntos que he significado; y si he de
confesar la verdad, tengo escritas más de cien hojas. Y para hacer la experiencia de
si correspondían a mi estimación, las he comunicado con hombres apasionados
desta leyenda, dotos y discretos, y con otros ignorantes, que sólo atienden al gusto