Las células óseas pueden ser de dos tipos: las que producen la matriz ósea u oseína,
y otras que se encargan de disolver y absorber dicho material: En la edad avanzada,
la matriz ósea pierde materia orgánica y acumula sales minerales, por lo que los
huesos se vuelven frágiles y más expuestos a las fracturas.
Tejido adiposo. Se integra por células que almacenan grasa; se localiza debajo de
la piel de los organismos para dar protección a órganos y servir como reserva
energética y aislante térmico.
Una variedad de tejido conectivo lo constituye el adiposo, en el cual existen células
llamadas adipositos, que se reparten en la matriz intersticial y almacenan gotas de
grasa.
Tejido muscular. Lo integran células capaces de realizar un trabajo mecánico por medio
de su facultad de contracción. Forma los músculos, que representan los elementos
fundamentales del movimiento: Existen tipos de tejido muscular, que son los siguientes:
Tejido muscular liso. Está formado por células que reciben el nombre de fibras
musculares lisas. Cada una de ellas tiene aspecto fusiforme y su citoplasma se
encuentra formado por filamentos proteicos llamados miofibrillas.
Las fibras musculares lisas se agrupan y forman
los músculos lisos, cuya contracción es lenta e
involuntaria, ya que está controlada por el
sistema nervioso autónomo.
Las paredes de los vasos sanguíneos, del
intestino y del estómago poseen fibras
musculares lisas, por lo que su contracción no
depende de la voluntad del individuo.
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