de una agonía infinitamente más cruel, dan a este relato su fuerza irresistible. Y también la
brillante técnica narrativa, el diálogo incisivo, seco, la presencia del carnaval en esa
comedia monstruosa de desquite y sadismo. D. H. Lawrence ha señalado la equivalencia
entre Usher y este cuento: Fortunato es enterrado vivo por odio como Lady Madeline lo es
por amor. «El ansia que nace del odio es un deseo irracional de poseer y consumir el alma
de la persona odiada, así como el ansia amorosa es el deseo de poseer hasta el límite a la
persona amada.»
Brownell, que ve en el tono lo mejor de los cuentos de Poe, dice del de éste que es
«como el golpetear de castañuelas malignas». Y R. L. Stevenson: «Todo el espíritu de El
tonel de amantillado depende del disfraz carnavalesco de Fortunato, el gorro de cascabeles
y el traje de bufón. Una vez que Poe acertó en vestir a su víctima grotescamente, halló la
clave del cuento.»
La máscara de la Muerte Roja
The Mask of the Red Death.
Graham’s Lady’s and Gentleman’s Magazine,
mayo de 1842, título original:
The Mask of the Red Death: A Fantasy (36)
Shanks dice de este cuento que «su contenido es el puro horror de la pesadilla, pero ha
sido elaborado y ejecutado por un artífice de suprema y deliberada habilidad». Su tema y
atmósfera corresponden en la poesía de Poe a The Conqueror Worm (incluido en Ligeia).
Al margen de su obvia alegoría —que quizá Poe negara— hay campo para otras, todas ellas
igualmente ajenas a la fuerza y a la eficacia del relato. En los últimos años, Joseph Patrick
Roppolo ha proporcionado un análisis exhaustivo de las fuentes e intenciones de este relato.
Un cuento de las Montañas Escabrosas
A Tale of the Ragged Mountains.
Godey’s Lady’s Book, abril de 1844
(45)
Este relato, publicado en una época avanzada de la producción poeiana, no alcanzó el
prestigio que merece. Su tema ilumina doblemente la persona de Poe: el paisaje de las
Ragged Mountains es el que recorría con sus camaradas de la Universidad de Virginia, y las
sensaciones, derivadas de la morfina, que experimenta Bedloe en su paseo, provienen de
una experiencia harto repetida en la época de la composición de la historia.
Por su tema, que retoma la noción del «doble» en un plano diferente del de William
Wilson, y la brillantísima ejecución, nerviosa y sucinta, este cuento es uno de los más
hermosos del autor. Su tono, a salvo de toda exageración y todo énfasis, le confiere una
actualidad sobrecogedora. Pudo ser escrito por Wells, por Kipling, por el mejor «Saki».
Colling lo declara «uno de los cuentos de Poe más fuertemente impregnados de
surrealidad».