¡Ya xigx tu cxrx, lxcx! ¿Sxmxs bxbxs nxsxtrxs? ¡Txrdx rxjx! ¡Pxn el hxmbrx, y ve a
Cxncxrd en xtxñx, cxn Ixs cxlxnxs!», etc.
Difícil es concebir la agitación ocasionada por este místico y cabalístico artículo. La
primera idea concreta que circuló entre el pueblo fue que en esos jeroglíficos se encerraba
alguna traición diabólica, por lo cual hubo un avance general en dirección al domicilio de
Cabezudo, a efectos de lincharlo. Pero dicho caballero no se encontraba allí. Habíase
evaporado, sin que nadie supiera decir cómo, y desde entonces no se ha vuelto a ver ni
siquiera su fantasma.
Incapaz de descubrir al legítimo objeto de su cólera, la muchedumbre fue calmándose
poco a poco, dejando a manera de sedimento diversas opiniones sobre este desdichado
asunto.
Un caballero opinaba que todo había sido una excelente broma.
Otro sostuvo que, de todas maneras, Cabezudo había demostrado poseer una fantasía
exuberante.
Un tercero lo declaró excéntrico, pero no más que eso.
Un cuarto sólo alcanzaba a supon W"