mandaran a la cama sin cenar. El poema en cuestión es lamentablemente flojo, por no decir
chato. Oppodeldoc (sea quien sea) carece por completo de imaginación, y la imaginación,
según pensamos humildemente, no sólo es el alma de la POESÍA, sino su corazón.
Oppodeldoc (sea quien sea) ha tenido la audacia de exigirnos “rápida publicación y pronto
pago” de su chachara. Jamás publicamos ni adquirimos colaboraciones de esa estofa. No
cabe duda, sin embargo, que le será muy fácil encontrar comprador para todos los
disparates que garrapatee, en las redacciones del Rowdy-Dow, del Lollipop o del
Goosetherumfoodle.»
Preciso es reconocer que todo esto era sumamente severo para «Oppodeldoc», pero el
rasgo más cruel consistía en la impresión de la palabra POESÍA con mayúsculas. ¡Qué
mundo de amargura no está contenido en esas seis letras preeminentes!
Pero «Oppodeldoc» era castigado con igual severidad en el Rowdy-Dow, quien se
expresaba así:
«Hemos recibido una muy singular e insolente comunicación de una persona que (sea
quien sea) se firma “Oppodeldoc”, profanando así la grandeza del ilustre emperador
romano de ese nombre. Acompañando la carta de “Oppodeldoc” (sea quien sea)
encontramos abundantes versos tan campanudos como repelentes e ininteligibles, que
hablan de “ángeles y ministros bendicientes”, y que sólo insanos como un Nat Lee113 o un
“Oppodeldoc” son capaces de perpetrar. Y por esta hojarasca de hojarascas se pretende que
“paguemos prontamente”. ¡No, señor, no! No pagamos cosas semejantes. Diríjase usted al
Hum-Drum, al Lollipop o al Goosetherumfoodle. Dichos periódicos aceptarán sin duda
alguna cualquier desperdicio literario que se le ocurra enviarles, y también sin duda alguna
prometerán pagarlo.»
Esto era muy amargo, por cierto, para el pobre «Oppodeldoc», pero en este caso el peso
de la sátira caía sobre el Hum-Drum, el Lollipop y el Goosetherumfoodle, a quienes se
calificaba ácidamente de «periódicos» (y en itálicas, para colmo), cosa que debió de
herirlos en pleno corazón.
Apenas menos salvaje se mostró el Lollipop, que se expresó en esta forma:
«Cierto individuo que se goza en hacerse llamar “Oppodeldoc” (¡a qué bajos usos se
aplican a veces los nombres de los muertos ilustres!) nos ha hecho llegar cincuenta o
sesenta versos que comienzan de esta manera:
La cólera de Aquiles, para Grecia calamitosa fuente
de innumerables males, etc., etc.
»Informamos respetuosamente a Oppodeldoc (sea quien sea) que no hay en nuestra
casa un solo aprendiz que no componga cotidianamente mejores versos. Los de
Oppodeldoc no se pueden escandir. Oppodeldoc debería aprender a contar. Pero lo que va
más allá de nuestra comprensión es cómo se le puede haber ocurrido la idea de que
nosotros (¡nosotros, nada menos!) deshonraríamos nuestras páginas con sus inefables
disparates. Semejantes garrapateos son apenas buenos para figurar en el Hum-Drum, el
Rowdy-Dow y el Goosetherumfoodle, que no vacilan en publicar, como si fueran grandes
novedades, los versos que todos sabíamos de niños. Y “Oppodeldoc” (sea quien sea) tiene
el coraje de pretender que le paguemos sus ñoñerías. ¿No sabe acaso que ninguna paga
sería suficiente para que publicáramos sus engendros?»
113
Nathaniel Lee, dramaturgo inglés, 1653?-1692. Ni que decir que los versos son de «Nat»Lee. (N. del T.)