ausencia de una pandilla? ¿Qué lucha podía tener lugar, tan violenta y prolongada, como
para dejar “huellas” en todas direcciones entre una débil e indefensa muchacha y la
imaginable pandilla de malhechores? El silencioso abrazo de unos pocos brazos robustos y
todo habría terminado. La víctima debía quedar reducida a una total pasividad. Recordará
usted que los argumentos empleados sobre el soto como escenario de lo ocurrido se aplican,
en su mayor parte, a un ultraje cometido por más de un individuo. Solamente si
imaginamos a un violador podremos concebir (y sólo entonces) una lucha tan violenta y
obstinada como para dejar semejantes “huellas”.
»Ya he mencionado la sospecha que nace de que los objetos en cuestión fueran
abandonados en el soto. Parece casi imposible que semejantes pruebas de culpabilidad
hayan sido dejadas accidentalmente donde se las encontró. Si suponemos una suficiente
presencia de ánimo para retirar el cad