Caballo de Troya
J. J. Benítez
En aquel paisaje desolado -en pleno corazón del desierto Mojave- permanecí hasta últimos
de 1964, en que concluyeron con éxito las pruebas preliminares de vuelo de los VIAL.
No tengo que repetir que aquellas pruebas y otros proyectos -en especial los de la USAFhabían sido calificados como «altamente secretos». El ingreso en el recinto de la base y en el
de las experiencias en particular era limitado al personal especialmente acreditado.
Durante meses conviví con otros candidatos a astronautas, oficiales, científicos y técnicos todos ellos en posesión de la top secret security clearance1 llegando a mis oídos un fantástico
proyecto: la Operación Swivel ("Eslabón").
Una vez finalizado mi trabajo en Edwards, la NASA estimó que debía incorporarme al Centro
Marshall, de vuelos espaciales. Mi verdadera vocación ha sido siempre la investigación.
Concretamente, el joven «mundo» de la teoría unificada de las partículas elementales. Sin
embargo, mis inquietudes en aquel mes de diciembre de 1964 discurrían por otros derroteros.
Los costos de la NASA habían empezado a dispararse y el Centro Marshall trabajaba día y noche
para encontrar nuevos sistemas o fuentes de energía, que abaratasen las costosas baterías
«químicas» de los proyectos Explorer, Mercury y Geminis.
Una semana antes de Navidad, y por motivos de mi trabajo, tuve que volar nuevamente a la
base de Edwards. Durante uno de los almuerzos con el personal especializado conocí al nuevo
jefe del proyecto Swivel, el general..., un hombre sereno y de brillante inteligencia, que supo
escuchar pacientemente mis disquisiciones y lamentos sobre la miopía mental de algunos altos
cargos de la NASA, que habían rechazado una y otra vez mis sugerencias sobre la necesidad de
sustituir las anticuadas baterías químicas por células de carburante o por baterías atómicas.
El general pareció interesarse por algunos de los detalles de las pilas atómicas y yo -lo
reconozco- me desbordé, saturándole con la lluvia de datos e información en torno a las
excelencias del plutonio 238, del curio 244 y del prometio 147... Antes de retirarse de la mesa,
el general me hizo una sola pregunta: «¿Quiere trabajar conmigo? »
Gracias al cielo, mi respuesta fue un fulminante: «Sí.»
De esta forma, en enero de 1965 abandonaba definitivamente la NASA, para incorporarme al
módulo de experiencias de la USAF, en Mojave. Yo había conocido a buena parte de los
científicos y militares que se afanaba en aquel fantástico proyecto durante mi anterior etapa en
la base de Edwards. Esto facilitó las cosas y mi definitiva integración en la Operación Swivel fue
rápida y total.
Durante los primeros meses, mi papel -de acuerdo con los deseos del general que me había
contratado y al que de ahora en adelante llamaré con el nombre supuesto de «Curtiss»- se
centró en una frenética investigación en torno a un sistema auxiliar de abastecimiento de
energía mediante una batería atómica llamada SNAP-9A, que son las siglas de Systems for
Nuclear Auxiliary Powers2.
En esas fechas, el proyecto había superado ya las primeras y obligadas fases de
experimentación. Estas habían tenido lugar -siempre en el más férreo de los secretos- entre
1959 y 1963. Nunca supe -y tampoco me preocupó en exceso- quién o quiénes habían sido los
promotores o descubridores del sistema básico que había permitido concebir semejante
aventura. En algunas de mis múltiples conversaciones con el general Curtiss, este insinuó que aunque en el equipo inicial habían participado algunos de los veteranos científicos del proyecto
Manhattan, que «dio a luz» la bomba atómica- «el cambio de criterios en relación con la
naturaleza de las mal llamadas partículas elementales o subatómicas procedía de Europa». Al
parecer, y a través de la CIA, las fuerzas aéreas norteamericanas habían recibido -procedentes
de Europa occidental- una serie de documentos en los que se hablaba de un brusco cambio de
180 grados en la interpretación de la física cuántica.
En esencia, ya que no es mi intención aquí y ahora alargarme excesivamente en cuestiones
puramente técnicas, ese «sistema básico» que había impulsado la operación consistía en el
descubrimiento de una entidad elemental -generalizada en el cosmos- en la que la ciencia no
1
Autorización para tener acceso a determinados secretos que afectan a la defensa nacional en los Estados Unidas.
(N. del t.)
2
Sistema de Energía Nuclear Auxiliar. Fueron utilizados, en efecto, por la NASA y el AEC para usos espaciales.
Estas baterías de isótopos radiactivos pueden producir varios centenares de vatios de electricidad durante períodos
superiores a un año. (N. del t.)
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