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Caballo de Troya J. J. Benítez beben vino durante todo el día, pasan discutiendo y deliberando toda la noche y, por la mañana, se levantan temprano y van al tribunal.» 6.ª Si después de todo esto siguen considerando al prisionero culpable de la pena capital, la sentencia definitiva debía emitirse mediante votación. «Si doce lo declaraban inocente y doce lo declaraban culpable, era declarado inocente. Si doce lo declaraban culpable y once inocente o, incluso, once lo declaraban inocente y otros once culpable y uno decía "no sé", o incluso si veintidós lo declaran inocente o culpable y uno dice “no se”, se han de añadir más jueces.» ¿Hasta cuántos habían de añadirse? «Siempre de dos en dos hasta alcanzar los 71» En el proceso presidido por Anás y Caifás no se produjo ninguna votación. 7.ª La ley hebrea prohibía que una misma persona fuera juez y acusador. En nuestro caso, Caifás acaparó ambos puestos. 8.ª Tampoco fue anunciada la sentencia, tal y como prescribía la ley: «... Se escribe (la sentencia) y se envían mensajeros a todos los lugares, diciendo fulanito de tal, hijo de fulanito de tal, ha sido condenado a muerte por el tribunal.» Esta fue una de las razones por la que los tres fariseos que formaban parte del Consejo decidieron retirarse. Y en el colmo de la irregularidad jurídica, ni siquiera el propio procesado conoció el texto definitivo de dicha sentencia a muerte. (Tal y como veremos más adelante, Jesús de Nazaret murió sin saber «oficialmente» su culpa...) 9.ª Incluso la respuesta dada por el Maestro a Caifás, cuando éste le conjuró a que declarase si era el Mesías, no fue motivo de blasfemia, tal y como señalaba la ley. Según la Misná, «el blasfemo no es culpable en tanto no mencione explícitamente el Nombre». En la contestación de Jesús, como se recordará, no se citaba el «Nombre»; es decir, Yavé, Dios o el Divino. Jesús dijo: «Lo soy... Y pronto iré junto al Padre. En breve, el Hijo del Hombre será revestido de poder y reinará de nuevo sobre los ejércitos celestiales.» ¿Dónde aparece en estas frases el «Nombre» explícito de Dios? 10.ª Y en el caso de que así hubiera sido, la ley especificaba que, «una vez concluido el juicio, no lo sentenciarán a muerte usando la circunlocución, sino que echarán a todo el público fuera de la sala del juicio y preguntarán al testigo de más dignidad: "Di, ¿qué oíste de modo explícito?" Aquél lo dice. Entonces los jueces se ponían en pie, rasgando sus vestiduras que no podían volver a unir. El segundo testigo decía: "También yo oí lo que él" y el tercero afirmaba: "También yo (oí) como él"». ¿Es que en el juicio contra el Nazareno sucedió algo de esto? Ni siquiera Caifás llegó a rasgarse verdaderamente las vestiduras... 11.ª Si el Tribunal consideró que Jesús era un falso profeta -como así ocurrió-, la ley tampoco autorizaba su juicio, a no ser por el «gran Sanedrín», formado siempre por 71 miembros. Y aquél, como ya dije, sólo constaba, oficialmente, de 23. 12.ª Por último, aunque, como digo, el rosario de fallos e irregularidades en esta causa podría ser muy extenso, los jueces no respetaron tampoco las normas legales, que señalaban los lunes y jueves, como fechas oficiales para las distintas comisiones y asambleas de los tribunales de justicia (así lo marca la Misná en su Orden Tercero, capítulo 1). Mientras duró mi entrenamiento para esta misión, tuve la oportunidad de investigar en numerosas fuentes, observando cómo, hasta hoy, entre los exegetas y demás autores y estudiosos de esta parte de la Biblia no existe acuerdo sobre quiénes fueron los responsables del juicio y posterior condena a muerte del Nazareno. Para muchos (fundamentalmente autores judíos), el Sanedrín de aquella época gozaba de la prerrogativa de la pena capital. «Y si Jesús de Nazaret -dicen- fue ejecutado al estilo romano es porque el conflicto no iba con ellos»1. 1 Así piensan y escriben, entre otros, autores como 8. Zeitlin (The crucifixion of Jesus reexamined»), H. Mantel (Studies in the Story of the Sanhedrin), P. Winter (On the trial of Jesus), J. Carmichael (The death of Jesus), D. Flusser, J. Isaac, H. Cohn, W. R. Wilson, Catchpole y un largo etcétera. (N. del m.) 239