Caballo de Troya
J. J. Benítez
»¡Ay de vosotros, escribas y fariseos! ¡Hipócritas...! Cerráis las puertas del reino del cielo a
los hombres sinceros porque son incultos en las formas. Rehusáis entrar en el reino y, al mismo
tiempo, hacéis todo lo que está en vuestra mano para evitar que entren los demás.
Permanecéis de espaldas a las puertas de la salvación y os pegáis con todos los que quieren
entrar.
»¡Ay de vosotros, escribas y fariseos! ¡Sois hipócritas! Abarcáis el cielo y la tierra para hacer
prosélitos y, cuando lo habéis conseguido, no estáis contentos hasta que les hacéis dos veces
más malos que lo que eran como hijos de los gentiles.
»¡Ay de vosotros, sacerdotes y jefes principales! Domináis la propiedad de los pobres y
exigís pesados tributos a los que quieren servir a Dios. Vosotros, que no tenéis misericordia,
¿podéis esperarla de los mundos venideros?
»¡Ay de vosotros, falsos maestros! ¡Guías ciegos! ¿Qué puede esperarse de una nación en la
que los ciegos dirigen a los ciegos? Ambos caerán en el abismo de la destrucción.
»¡Ay de vosotros, que disimuláis cuando prestáis juramento! ¡Sois estafadores! Enseñáis que
un hombre puede jurar ante el templo y romper su juramento, pero el que jura ante el oro del
templo permanecerá ligado. ¡Sois todos ciegos y locos...!
Jesús se había puesto en pie. El ambiente, cargado por aquellas verdades como puños que
todo el mundo conocía pero que nadie se atrevía a proclamar en voz alta y mucho menos en
presencia de los dignatarios del templo, se hacía cada vez más tenso. Nadie osaba respirar
siquiera. Los discípulos, cada vez más acobardados, bajaban el rostro o miraban con temor a
los grupos de sacerdotes.
Pero el Nazareno parecía dispuesto a todo...
-… Ni siquiera sois consecuentes con vuestra deshonestidad. ¿Quién es mayor: el oro o el
templo?
»Enseñáis que si un hombre jura ante el altar, no significa nada. Pero si uno jura ante el
regalo que está ante el altar, entonces permanece como deudor. ¡Sois ciegos a la verdad!
¿Quién es mayor: el regalo o el altar que santifica al regalo? ¿Cómo podéis justificar tanta
hipocresía y deshonestidad?
»¡Ay de vosotros, escribas y fariseos! Os aseguráis de que traigan diezmos, menta y comino
y, al mismo tiempo, no os preocupáis de los asuntos más pesados de la fe, misericordia y
justicia. Con razón debéis hacer lo uno, pero sin olvidar lo otro. ¡Sois ciertamente maestros
ciegos y sordos! Rechazáis al mosquito y os tragáis el camello...
»¡Ay de vosotros, escribas, fariseos e hipócritas! Sois escrupulosos para limpiar la parte
exterior de la taza y de las fuentes, pero dentro permanece la mugre de la extorsión, de los
excesos y de la decepción. Sois espiritualmente ciegos. &V6