Caballo de Troya
J. J. Benítez
-Pero tú has dicho que la palabra del Padre deberá ser extendida hasta los confines de la
tierra...
-Y en verdad te digo que así será. Pero eso no implica condicionar o doblegar mi mensaje a
la voluntad del poder o de las leyes humanas. No es posible que un hombre monte dos caballos
ni que dos arcos. Y no es posible que un criado sirva a dos señores. él honrará a uno y ofenderá
al otro. Nadie que bebe un vino viejo desea al momento beber vino nuevo. No se vierte vino
nuevo en odres viejos, para que no se rasguen, ni se trasvasa vino viejo a odres nuevos para
que no se estropee. Ni se cose un remiendo viejo a un vestido nuevo porque se haría un
rasgón. De la misma forma te digo: mi mensaje sólo necesita de corazones sinceros que lo
transmitan; no de palacios o falsas dignidades y púrpuras que lo cobijen.
-Tú sabes, que no será así...
-¡Ay de los que antepongan su permanencia a mi voluntad!
-¿Y cuál es tu voluntad?
-Que los hombres se amen como yo les he amado. Eso es todo.
-Tienes razón -insinué-, para eso no hace falta montar nuevas burocracias, ni códigos ni
jefaturas... Sin embargo, muchos de los hombres de mi mundo desearíamos hacerte una
pregunta...
-Adelante -me animó el Galileo.
-¿Podríamos llegar a Dios sin pasar por la iglesia?
El rabí suspiró.
-¿Es que tú necesitas de esa iglesia para asomarte a tu corazón? Una confusión extrema me
bloqueó la garganta. Y Jesús lo percibió.
-Mucho antes de que existiera la tribu de Leví, hermano Jasón, mucho antes de que el
hombre fuera capaz de erguirse sobre sí mismo, mi Padre había sembrado la belleza y la
sabiduría en la Tierra. ¿Quién es antes, por tanto: Dios o esa iglesia?
-Muchos sacerdotes de mi mundo -le repliqué- consideran a esa iglesia como santa.
-Santo es mi Padre. Santos seréis vosotros el día que améis.
-Entonces -y te ruego que me perdones por lo que voy a decirte- esa iglesia está de sobra...
-El Amor no necesita de templos o legiones. Un hombre saca el bien o el mal de su propio
corazón. Un solo mandamiento os he dado y tú sabes cuál es... El día que mis discípulos hagan
saber a toda la humanidad que el Padre existe, su misión habrá concluido.
-Es curioso: ese Padre parece no tener prisa.
El gigante me miró complacido.
-En verdad te digo que El sabe que terminará triunfando. El hombre sufre de ceguera pero
yo he venido a abrirle los ojos. Otros seres han descubierto ya que es más rentable vivir en el
Amor.
-¿Qué ocurre entonces con nosotros? ¿Por qué no terminamos de encontrar esa paz?
-Yo he dicho que a los tibios los vomitaré de mi boca, pero no trates de consumir a tus
hermanos en la molicie o en la prisa. Deja que cada espíritu encuentre el camino. El mismo, al
final, será su juez y defensor.
-Entonces, todo eso del juicio final...
-¿Por qué os preocupa tanto el final, si ni siquiera conocéis el Principio? Ya te he dicho que al
otro lado os espera la sorpresa...
Tengo la impresión de que Tú resultarías excesivamente liberal para las iglesias de mi
mundo.
-Dios es tan liberal, como tú dices, que permite, incluso, que te equivoques. ¡Ay de aquellos
que se arroguen el papel de salvadores, respondiendo al error con el error y a la maldad con la
maldad! ¡Ay de aquellos que monopolicen a Dios!
-Dios... Tú siempre estás hablando de Dios. ¿Podrías explicarme quién o qué es?
El fuego de aquella mirada volvió a traspasarme. Dudo que exista muro, corazón o distancia
que no pudiera ser alcanzado por semejante fuerza.
-¿Puedes tú explicarles a éstos de dónde vienes y cómo? ¿Puede el hombr