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meteorológicos, económicos y morales, y hasta bajo el punto de vista de la preponderancia política y de su influencia civilizadora. Algunos se preguntaron si la Luna era un mundo extinguido, y si no experimentaría ya ninguna transformación. ¿Se parecía a la Tierra du-rante los tiempos en que no había aún atmósfera? ¿Qué espectáculo presentaría al hacerse visible la faz que des-conoce el esferoide terrestre? Aunque no se tratara más que de enviar una bala al astro de la noche, todos veían en este hecho el punto de partida de una serie de experimentos; todos esperaban que América penetraría los últimos secretos de aquel disco misterioso, y algunos hablaban ya de las sensibles perturbaciones que acarrearía su conquista al equilibrio europeo. Discutido el proyecto, no hubo un solo periódico que pusiese su realización en duda. Las colecciones, los folletos, las gacetas, los boletines publicados por las sociedades científicas, literarias o religiosas hicieron re-saltar sus ventajas, y la Sociedad de Historia Natural de Boston, la Sociedad Americana de Ciencias y Ar-tes de Albany, la Sociedad de Geografía y Estadística de Nueva York, la Sociedad Filosófica Americana de Filadelfia, el Instituto Sunthosontana de Washington, enviaron mil cartas de felicitación al Gun Club, con ofre-cimientos de apoyo y dinero. Nunca proposición alguna había obtenido tan nu-merosas adhesiones. No hubo ninguna inquietud, nin-guna vacilación, ninguna duda. En cuanto a las chan-zonetas, a las caricaturas, a las canciones burlescas que hubieran acogido en Europa, y particularmente en Fran-cia, la idea de enviar un proyectil a la Luna, hubieran de-sacreditado al que los hubiese permitido, y todos los life preservers(1) del mundo hubieran sido impotentes para li-brarse de la indignación general. Hay cosas de las que na-die suele reírse en el Nuevo Mundo. Impey Barbicane fue desde aquel día uno de los más grandes ciudadanos de los Estados Unidos, algo como si dijéramos el Washington de la ciencia, y un rasgo de los muchos que pudiéramos citar, bastará para demostrar a qué extremo llegó la idolatría que a todo un pueblo me-recía un hombre. Algunos días después de la famosa sesión del Gun-Club, el director de una compañía inglesa de cómicos anunció en el teatro de Baltimore la representación de Much ado about nothing.(2) Pero la población de la ciu-dad, viendo en este título una alusión malévola a los proyectos del presidente Barbicane, invadió el teatro, hizo pedazos los asientos y obligó a variar su cartel al desgraciado director, el cual, hombre sagaz, inclinándo-se ante la voluntad pública, reemplazó la malhadada co-media por la titulada As you tithe it(3) que durante muchas semanas le valió un lleno completo. 1. Arma de bolsillo que se compone de una ballena flexible y una bala de metal. 2. Mucho ruido y pocas nueces, comedia de Shakespeare 3. Como gustéis, obra del mismo autor.