esperaba saber si el encantamento de su señora pasaba adelante, pues era forzoso que el tal vencido
caballero volviese, so pena de no serlo, a darle razón de lo que con ella le hubiese sucedido. Pero uno
pensaba don Quijote y otro el de los Espejos, puesto que por entonces no era otro su pensamiento
sino buscar donde bizmarse, como se ha dicho.
Dice, pues, la historia que cuando el bachiller Sansón Carrasco aconsejó a don Quijote que volviese a
proseguir sus dejadas caballerías, fue por haber entrado primero en bureo con el cura y el barbero
sobre qué medio se podría tomar para reducir a don Quijote a que se estuviese en su casa quieto y
sosegado, sin que le alborotasen sus mal buscadas aventuras; de cuyo consejo salió, por voto común
de todos y parecer particular de Carrasco, que dejasen salir a don Quijote, pues el detenerle parecía
imposible, y que Sansón le saliese al camino como caballero andante, y trabase batalla con él, pues
no faltaría sobre qué, y le venciese, teniéndolo por cosa fácil, y que fuese pacto y concierto que el
vencido quedase a merced del vencedor; y así vencido don Quijote, le había de mandar el bachiller
caballero se volviese a su pueblo y casa, y no saliese della en dos años, o hasta tanto que por él le
fuese mandado otra cosa; lo cual era claro que don Quijote vencido cumpliría indubitablemente, por
no contravenir y faltar a las leyes de la caballería, y podría ser que en el tiempo de su reclusión se le
olvidasen sus vanidades, o se diese lugar de buscar a su locura algún conveniente remedio.
Aceptólo Carrasco, y ofreciósele por escudero Tomé Cecial, compadre y vecino de Sancho Panza,
hombre alegre y de lucios cascos. Armóse Sansón como queda referido y Tomé Cecial acomodó
sobre sus naturales narices las falsas y de máscara ya dichas, porque no fuese conocido de su
compadre cuando se viesen; y así, siguieron el mismo viaje que llevaba don Quijote, y llegaron casi a
hallarse en la aventura del carro de la Muerte. Y, finalmente, dieron con ellos en el bosque, donde
les sucedió todo lo que el prudente ha leído; y si no fuera por los pensamientos extraordinarios de
don Quijote, que se dio a entender que el bachiller no era el bachiller, el señor bachiller quedara
imposibilitado para siempre de graduarse de licenciado, por no haber hallado nidos donde pensó
hallar pájaros.
Tomé Cecial, que vio cuán mal había logrado sus deseos y el mal paradero que había tenido su
camino, dijo al bachiller:
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