tan recio que te falte la vida antes de llegar al número deseado. Y, porque no pierdas por carta de
más ni de menos, yo estaré desde aparte contando por este mi rosario los azotes que te dieres.
Favorézcate el cielo conforme tu buena intención merece.
–Al buen pagador no le duelen prendas –respondió Sancho–: yo pienso darme de manera que, sin
matarme, me duela; que en esto debe de consistir la sustancia deste milagro.
Desnudóse luego de medio cuerpo arriba, y, arrebatando el cordel, comenzó a darse, y comenzó don
Quijote a contar los azotes.
Hasta seis o ocho se habría dado Sancho, cuando le pareció ser pesada la burla y muy barato el
precio della, y, deteniéndose un poco, dijo a su amo que se llamaba a engaño, porque merecía cada
azote de aquéllos ser pagado a medio real, no que a cuartillo.
–Prosigue, Sancho amigo, y no desmayes –le dijo don Quijote–, que yo doblo la parada del precio.
–Dese modo –dijo Sancho–, ¡a la mano de Dios, y lluevan azotes!
Pero el socarrón dejó de dárselos en las espaldas, y daba en los árboles, con unos suspiros de cuando
en cuando, que parecía que con cada uno dellos se le arrancaba el alma. Tierna la de don Quijote,
temeroso de que no se le acabase la vida, y no consiguiese su deseo por la imprudencia de Sancho, le
dijo:
–Por tu vida, amigo, que se quede en este punto este negocio, que me parece muy áspera esta
medicina, y será bien dar tiempo al tiempo; que no se ganó Zamora en un hora. Más de mil azotes, si
yo no he contado mal, te has dado: bastan por agora; que el asno, hablando a lo grosero, sufre la
carga, mas no la sobrecarga.
–No, no, señor –respondió Sancho–, no se ha de decir por mí: "a dineros pagados, brazos
quebrados". Apártese vuestra merced otro poco y déjeme dar otros mil
azotes siquiera, que a dos levadas déstas habremos cumplido con esta partida, y aún nos sobrará
ropa.
Portal Educativo EducaCYL
http://www.educa.jcyl.es