–Esto me parece argado sobre argado, y no miel sobre hojuelas. Bueno sería que tras pellizcos,
mamonas y alfilerazos viniesen ahora los azotes. No tienen más que hacer sino tomar una gran
piedra, y atármela al cuello, y dar conmigo en un pozo, de lo que a mí no pesaría mucho, si es que
para curar los males ajenos tengo yo de ser la vaca de la boda. Déjenme; si no, por Dios que lo arroje
y lo eche todo a trece, aunque no se venda.
Ya en esto, se había sentado en el túmulo Altisidora, y al mismo instante sonaron las chirim[í]as, a
quien acompañaron las flautas y las voces de todos, que aclamaban:
–¡Viva Altisidora! ¡Altisidora viva!
Levantáronse los duques y los reyes Minos y Radamanto, y todos juntos, con don Quijote y Sancho,
fueron a recebir a Altisidora y a bajarla del túmulo; la cual, haciendo de la desmayada, se inclinó a
los duques y a los reyes, y, mirando de través a don Quijote, le dijo:
–Dios te lo perdone, desamorado caballero, pues por tu crueldad he estado en el otro mundo, a mi
parecer, más de mil años; y a ti, ¡oh el más compasivo escudero que contiene el orbe!, te agradezco
la vida que poseo. Dispón desde hoy más, amigo Sancho, de seis camisas mías que te mando para
que hagas otras seis para ti; y, si no son todas sanas, a lo menos son todas limpias.
Besóle por ello las manos Sancho, con la coroza en la mano y las rodillas en el suelo. Mandó el
duque que se la quitasen, y le volviesen su caperuza, y le pusiesen el sayo, y le quitasen la ropa de las
llamas. Suplicó Sancho al duque que le dejasen la ropa y mitra, que las quería llevar a su tierra, por
señal y memoria de aquel nunca visto suceso. La duquesa respondió que sí dejarían, que ya sabía él
cuán grande amiga suya era. Mandó el duque despejar el patio, y que todos se recogiesen a sus
estancias, y que a don Quijote y a Sancho los llevasen a las que ellos ya se sabían.
CAPÍTULO 70: Que sigue al de sesenta y nueve, y trata de cosas no escusadas para la claridad desta
historia
Durmió Sancho aquella noche en una carriola, en el mesmo aposento de don Quijote, cosa que él
quisiera escusarla, si pudiera, porque bien sabía que su amo no le había de dejar dormir a preguntas
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