Y, en tanto que estas razones iba diciendo, iba asimesmo enalbardando el asno, sin que nadie nada
le dijese. Enalbardado, pues, el rucio, con gran pena y pesar subió sobre él, y, encaminando sus
palabras y razones al mayordomo, al secretario, al maestresala y a Pedro Recio el doctor, y a otros
muchos que allí presentes estaban, dijo:
–Abrid camino, señores míos, y dejadme volver a mi antigua libertad; dejadme que vaya a buscar la
vida pasada, para que me resucite de esta muerte presente. Yo no nací para ser gobernador, ni para
defender ínsulas ni ciudades de los enemigos que quisieren acometerlas. Mejor se me entiende a mí
de arar y cavar, podar y ensarmentar las viñas, que de dar leyes ni de defender provincias ni reinos.
Bien se está San Pedro en Roma: quiero decir, que bien se está cada uno usando el oficio para que
fue nacido. Mejor me está a mí una hoz en la mano que un cetro de gobernador; más quiero
hartarme de gazpachos que estar sujeto a la miseria de un médico impertinente que me mate de
hambre; y más quiero recostarme a la sombra de una encina en el verano y arroparme con un
zamarro de dos pelos en el invierno, en mi libertad, que acostarme con la sujeción del gobierno
entre sábanas de holanda y vestirme de martas cebollinas. Vuestras mercedes se queden con Dios, y
digan al duque mi señor que, desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano; quiero decir, que
sin blanca entré en este gobierno y sin ella salgo, bien al revés de como suelen salir los gobernadores
de otras ínsulas. Y apártense: déjenme ir, que me voy a bizmar; que creo que tengo brumadas todas
las costillas, merced a los enemigos que esta noche se han paseado sobre mí.
–No ha de ser así, señor gobernador –dijo el doctor Recio–, que yo le daré a vuesa merced una
bebida contra caídas y molimientos, que luego le vuelva en su prístina entereza y vigor; y, en lo de la
comida, yo prometo a vuesa merced de enmendarme, dejándole comer abundantemente de todo
aquello que quisiere.
–¡Tarde piache! –respondió Sancho–. Así dejaré de irme como volverme turco. No son estas burlas
para dos veces. Por Dios que así me quede en éste, ni admita otro gobierno, aunque me le diesen
entre dos platos, como volar al cielo sin alas. Yo soy del linaje de los Panzas, que todos son
testarudos, y si una vez dicen nones, nones han de ser, aunque sean pares, a pesar de todo el
mundo. Quédense en esta caballeriza las alas de la hormiga, que me levantaron en el aire para que
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