rebuznaron; pero que, según los versos del estandarte, no habían sido sino alcaldes. A lo que
respondió Sancho Panza:
–Señor, en eso no hay que reparar, que bien puede ser que los regidores que entonces rebuznaron
viniesen con el tiempo a ser alcaldes de su pueblo, y así, se pueden llamar con entrambos títulos;
cuanto más, que no hace al caso a la verdad de la historia ser los rebuznadores alcaldes o regidores,
como ellos una por una hayan rebuznado; porque tan a pique está de rebuznar un alcalde como un
regidor.
Finalmente, conocieron y supieron como el pueblo corrido salía a pelear con otro que le corría más
de lo justo y de lo que se debía a la buena vecindad.
Fuese llegando a ellos don Quijote, no con poca pesadumbre de Sancho, que nunca fue amigo de
hallarse en semejantes jornadas. Los del escuadrón le recogieron en medio, creyendo que era alguno
de los de su parcialidad. Don Quijote, alzando la visera, con gentil brío y continente, llegó hasta el
estandarte del asno, y allí se le pusieron alrededor todos los más principales del ejército, por verle,
admirados con la admiración acostumbrada en que caían todos aquellos que la vez primera le
miraban. Don Quijote, que los vio tan atentos a mirarle, sin que ninguno le hablase ni le preguntase
nada, quiso aprovecharse de aquel silencio, y, rompiendo el suyo, alzó la voz y dijo:
–Buenos señores, cuan encarecidamente puedo, os suplico que no interrumpáis un razonamiento
que quiero haceros, hasta que veáis que os disgusta y enfada; que si esto sucede, con la más mínima
señal que me hagáis pondré un sello en mi boca y echaré una mordaza a mi lengua.
Todos le dijeron que dijese lo que quisiese, que de buena gana le escucharían. Don Quijote, con esta
licencia, prosiguió diciendo:
Yo, señores míos, soy caballero andante, cuyo ejercicio es el de las armas, y cuya profesión la de
favorecer a los necesitados de favor y acudir a los menesterosos. Días ha que he sabido vuestra
desgracia y la causa que os mueve a tomar las armas a cada paso, para vengaros de vuestros
enemigos; y, habiendo discurrido una y muchas veces en mi entendimiento sobre vuestro negocio,
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