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–¡Vivan en hora buena –dijo a esta sazón con voz enfermiza maese Pedro–, y muera yo, pues soy tan desdichado que puedo decir con el rey don Rodrigo: Ayer fui señor de España... y hoy no tengo una almena que pueda decir que es mía! No ha media hora, ni aun un mediano momento, que me vi señor de reyes y de emperadores, llenas mis caballerizas y mis cofres y sacos de infinitos caballos y de innumerables galas, y agora me veo desolado y abatido, pobre y mendigo, y, sobre todo, sin mi mono, que a fe que primero que le vuelva a mi poder me han de sudar los dientes; y todo por la furia mal considerada deste señor caballero, de quien se dice que ampara pupilos, y endereza tu[e]rtos, y hace otras obras caritativas; y en mí so[l]o ha venido a faltar su intención generosa, que sean benditos y alabados los cielos, allá donde tienen más levantados sus asientos. En fin, el Caballero de la Triste Figura había de ser aquel que había de desfigurar las mías. Enternecióse Sancho Panza con las razones de maese Pedro, y díjole: –No llores, maese Pedro, ni te lamentes, que me quiebras el corazón; porque te hago saber que es mi señor don Quijote tan católico y escrupuloso cristiano, que si él cae en la cuenta de que te ha hecho algún agravio, te lo sabrá y te lo querrá pagar y satisfacer con muchas ventajas. –Con que me pagase el señor don Quijote alguna parte de las hechuras que me ha deshecho, quedaría contento, y su merced aseguraría su conciencia, porque no se puede salvar quien tiene lo ajeno contra la voluntad de su dueño y no lo restituye. –Así es –dijo don Quijote–, pero hasta ahora yo no sé que tenga nada vuestro, maese Pedro. –¿Cómo no? –respondió maese Pedro–; y estas reliquias que están por este duro y estéril suelo, ¿quién las esparció y aniquiló, sino la fuerza invencible dese poderoso brazo?, y ¿cúyos eran sus cuerpos sino míos?, y ¿con quién me sustentaba yo sino con ellos? Portal Educativo EducaCYL http://www.educa.jcyl.es