merced, que lo tengo a gran felicidad. La segunda, haber sabido lo que se encierra en esta cueva de
Montesinos, con las mutaciones de Guadiana y de las lagunas de Ruidera, que me servirán para el
Ovidio español que traigo entre manos. La tercera, entender la antigüedad de los naipes, que, por lo
menos, ya se usaban en tiempo del emperador Carlomagno, según puede colegirse de las palabras
que vuesa merced dice que dijo Durandarte, cuando, al cabo de aquel grande espacio que estuvo
hablando con él Montesinos, él despertó diciendo: ‘‘Paciencia y barajar’’; y esta razón y modo de
hablar no la pudo aprender encantado, sino cuando no lo estaba, en Francia y en tiempo del referido
emperador Carlomagno. Y esta averiguación me viene pintiparada para el otro libro que voy
componiendo , que es Suplemento de Virgilio Polidoro, en la invención de las antigüedades; y creo
que en el suyo no se acordó de poner la de los naipes, como la pondré yo ahora, que será de mucha
importancia, y más alegando autor tan grave y tan verdadero como es el señor Duran F'FR