calandria, y toca una guitarra, que la hace hablar, y, sobre todo, juega una espada como el más
pintado.
–Por esa sola gracia –dijo a esta sazón don Quijote–, merecía ese mancebo no sólo casarse con la
hermosa Quiteria, sino con la mesma reina Ginebra, si fuera hoy viva, a pesar de Lanzarote y de
todos aquellos que estorbarlo quisieran.
–¡A mi mujer con eso! –dijo Sancho Panza, que hasta entonces había ido callando y escuchando–, la
cual no quiere sino que cada uno case con su igual, ateniéndose al refrán que dicen "cada oveja con
su pareja". Lo que yo quisiera es que ese buen Basilio, que ya me le voy aficionando, se casara con
esa señora Quiteria; que buen siglo hayan y buen poso, iba a decir al revés, los que estorban que se
casen los que bien se quieren.
–Si todos los que bien se quieren se hubiesen de casar –dijo don Quijote–, quitaríase la eleción y
juridición a los padres de casar sus hijos con quien y cuando deben; y si a la voluntad de las hijas
quedase escoger los maridos, tal habría que escogiese al criado de su padre, y tal al que vio pasar por
la calle, a su parecer, bizarro y entonado, aunque fuese un desbaratado espadachín; que el amor y la
afición con facilidad ciegan los ojos del entendimiento, tan necesarios para escoger estado, y el del
matrimonio está muy a peligro de errarse, y es menester gran tiento y particular favor del cielo para
acertarle. Quiere hacer uno un viaje largo, y si es prudente, antes de ponerse en camino busca
alguna compañía segura y apacible con quien acompañarse; pues, ¿por qué no hará lo mesmo el que
ha de caminar toda la vida, hasta el paradero de la muerte, y más si la compañía le ha de acompañar
en la cama, en la mesa y en todas partes, como es la de la mujer con su marido? La de la propia
mujer no es mercaduría que una vez comprada se vuelve, o se trueca o cambia, porque es accidente
inseparable, que dura lo que dura la vida: es un lazo que si una vez le echáis al cuello, se vuelve en el
nudo gordiano, que si no le corta la guadaña de la muerte, no hay desatarle. Muchas más cosas
pudiera decir en esta materia, si no lo estorbara el deseo que tengo de saber si le queda más que
decir al señor licenciado acerca de la historia de Basilio.
A lo que respondió el estudiante bachiller, o licenciado, como le llamó don Quijote, que:
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