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EL "MURCIÉLAGO"
-¡Corre, Zezé, que vas a perder el Colegio!
Estaba sentado a la mesa, tomando mi tazón de café y pan seco, y
masticando todo sin ningún apuro. Como siempre, apoyaba los codos en la
mesa y me quedaba mirando la hojita pegada en la pared.
Gloria se ponía nerviosa y sofocada. No veía la hora en que me fuera
para hacerse cargo de toda la mañana, en paz para cumplir cada uno de los
trabajos de la casa.
-Anda, diablito. Ni te peinaste; debías hacer como Totoca, que siempre
está listo a la hora necesaria.
Venía de la sala con un peine y peinaba mis pelos rubios.
-¡También, este gato pelado no tiene ni qué Peinarle!
Me levantaba de la silla y me examinaba todo. Si la blusa estaba limpia,
lo mismo que los pantalones. -Ahora vamonos, Zezé.
Totoca y yo nos poníamos a la espalda nuestras mochilas con los libros,
los cuadernos y el lápiz. Nada de comida; eso quedaba para los otros
chicos.
Gloria apretó el fondo de mi cartera, sintió el volumen de las bolsitas
con bolitas y sonrió; en la mano llevábamos las zapatillas de tenis para
calzarlas cuando llegásemos al