Test Drive | Page 139

-Pero no te diste cuenta de una cosa. Mira bien. Dio una vuelta para exhibirse. -Estoy con las espuelas de Tom Mix, el sombrero de Ken Maynard, las dos pistolas de Fred Thompson, el cinto y las botas de Richard Talmadge. Y además de todo eso, don Ariovaldo me prestó la camisa a cuadros que tanto te gusta. -Nunca vi nada más lindo, Minguito. ¿Cómo conseguiste juntar todo esto? -Bastó con que supieran que estabas enfermo para que me prestaran todo. -¡Qué lástima que no puedas quedarte vestido así para siempre! Me quedé mirando a Minguito, preocupado por si él sabría el destino que le esperaba. Pero no dije nada. Entonces se sentó a la orilla de la cama; sus ojos solo expandían dulzura y preocupación. Aproximó su cara a mis ojos. -¿Qué pasa, Xururuca? -Más Xururuca eres tú, Minguito. -Bueno, entonces eres el Xururuquinha. ¿No puedo quererte con más cariño a veces, como tú haces conmigo? -No hables así. El médico me prohibió llorar y emocionarme. -Ni quiero eso. Vine porque sentía nostalgias y quiero verte de nuevo bueno y alegre. En la vida todo pasa. Tanto, que vine para llevarte a pasear. ¿Vamos? -Estoy muy débil. -Un poco de aire libre te va a curar. Te ayudo para que saltes por la ventana. Y salimos. -¿Adonde vamos? -Vamos a pasear por la parte canalizada. -Pero no quiero ir por la calle Barón de Capanema. Nunca más voy a pasar por allí. -Vamos por la calle de las represas, hasta el final. 139