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Historia de un niño que un día descubrió el dolor... JOSÉ MAURO DE VASCONCELOS MI PLANTA DE NARANJA-LIMA EL AUTOR José Mauro de Vasconcelos -mestizo de india y portugués, nativo de Bangú, Río de Janeiro, 49 años- ha sido, a partir del colegio secundario, un auténtico autodidacto que se formó en el trabajo y la vida. Entrenador de boxeadores de peso pluma, trabajador en una "fazenda", pescador, maestro en una escuela de pescadores: he ahí algunas de sus actividades hasta que lo animó el deseo de viajar, de conocer su país, y de interpretarlo. Fueron "años de vaivén entre el Norte y el Sur brasileños", y en ellos ocupa un lugar destacado su período de convivencia con los indios en ese casi mítico Sertáo*. Allí, entre ellos, aprendió historias curiosas, retuvo características y tradiciones, hizo su estudio de la vida y acumuló experiencias que nunca imaginó que fueran a convertirlo en novelista. Pero estaba en su destino serlo, y en su interés, volcarlas a otros seres. *Sertáo, gran extensión desértica, de poca y muy particular vegetación, espinosa y retorcida, que acaba por desaparecer, y escasa en agua. Tenía a su favor varias circunstancias: una excelente memoria, su rica fantasía, la multiplicada habilidad para sacar de cada tema lo más interesante... y su deseo decentar... que es, en definitiva, el elemento primordial de los escritores. Primero -y a semejanza de los "repentistas" que recorrían el país contando historia hecha canciones, leyendas o relatos- fue un cuentista oral: decía, inventaba y explicaba cosas, ayudándose con mímica, con cambiantes entonaciones de voz, animando, en suma, sus cuentos. Y un día comenzó a darles forma escrita: cuentos, novelas registraron su profundo espíritu de observación y esa cualidad sutil que establece desde el comienzo un diálogo fecundo con el lector. Desde los 22 años ha producido doce libros (Banana brava, Barro branco, Longe da térra, Vazante, Arara vermelha, Arraia de fogo, Rosinha, minha canoa, Doidão, O garanhão das praias, Coracao de vidro, As confissões de Freí Abóbora y Mi planta de naranja-lima), que han editado y reeditado hasta once veces sus editores. Casi todos ellos recogen sus experiencias, repito; de la misma manera que sus historias lo tienen de personaje, porque muchas de ellas nos entregan sus aventuras vividas en el interior del Brasil, aunque no sea su nombre el que aparece entre los protagonistas. 1