con Retalina y Cylert, sin ningún éxito (estas drogas son las más recetadas en casos de desórdenes de la
atención). Sus padres decían que ella siempre había "sido así" y que todo lo que se le había recetado no
"funcionaba". Sin embargo, cuando hablé con ella, era evidente que estaba actuando como un adulto
inteligente, su cara y sus ojos así lo revelaban. Ella parecía, para expresarlo en forma más familiar, UN
ALMA VIEJA Y SABIA. El problema era que nadie más que ella podía reconocerlo.
Amanda, su nueva sicóloga consejera y yo, a través de muchas pruebas y entrevistas clínicas, pudimos
verlo claramente. Así, la joven, gracias a una adecuada intervención de sus padres, se encuentra ahora en
un colegio especia! de aprendizaje individual, lo que no fue fácil. Sus padres tuvieron que solicitar una beca
para esta costosa pero muy efectiva institución. La niña logró entrar y le está yendo excepcionalmente bien.
Sus padres, comprendieron cuán especial era ella. Lo tomaron en serio y ahora tratan a su hija como
alguien muy especial, como la niña índigo que es.
El segundo niño que me remitieron era un chico afro-americano de 9 años quien había sido adoptado
tres años antes por una pareja afro-americana. Ambos padres informaron que su hijo era "hiperactivo"
porque nunca se quedaba sentado, se movía continuamente y recientemente sus profesores les habían
reportado un comportamiento indisciplinado en la escuela, como contestar a la loca, molestar a sus
compañeros, pararse en el asiento sin permiso, etc., etc.
Sus padres estaban preocupados de que ese comportamiento pudiera ser el comienzo de un
desequilibrio físico debido a la drogadicción de su padre biológico.
También se preguntaban si el comportamiento del niño pudiera ser el resultado de la inestabilidad
hogareña que había tenido que enfrentar el niño en sus primeros años, cuando había entrado y salido de
orfelinatos y escuelas durante casi toda su vida. Los profesores les recomendaron tratarlo con las medicinas
para la hiperactividad, pero los padres quisieron primero saber a ciencia cierta qué era lo que estaba
sucediendo, antes de someter al niño a tan drástico tratamiento.
No obstante, los resultados de la prueba de C.l. (cociente intelectual) de este pequeño joven, mostraron
niveles altos (116 y 110) en sus habilidades verbales y de desarrollo, estos resultados no llegaban a los
rangos de clasificación de los dotados, sin embargo, en dos sub-pruebas sobre conocimiento de las normas
sociales y habilidades cognoscitivas abstractas, el niño sacó un puntaje considerado de niveles superiores.
La evaluación de su desempeño escolar básico mostraba un rango bastante alto en todas las materias,
lo que sugería que realmente era un chico exitoso. Supuse entonces que los resultados de su desempeño
escolar eran una medida más acertada de sus habilidades presentes, mucho más que los resultados de su
CI. Esto suce