149 ballet y danza teatral
5. Danza moderna en los Estados Unidos y Europa La“ danza moderna”, comenzó a figurar como un género aparte a principios del siglo XX, siendo una reacción a las convenciones formales y a la técnica estilizada del ballet clásico. Ahora hay un traslapo considerable entre el ballet y la danza moderna; la mayoría de los bailarines tienen algún tipo de entrenamiento en ambos. Las mujeres estadunidenses tuvieron una profunda influencia en la evolución de la danza moderna. Isadora Duncan, ya mencionada como una influencia para Fokine en Rusia, vestía túnicas sueltas basadas en las pinturas de las vasijas griegas y bailaba descalza la música de compositores como Beethoven y Brahms en un tiempo en que la danza era considerada demasiado trivial para los clásicos del canon musical. Otra pionera fue Ruth St Denis( 1877-1969) quien, junto con su esposo Ted Shawn( 1891-1972), fundó una compañía y una escuela de nombre Denishawn en Los Ángeles en 1915. St Denis fue pionera de la danza verdaderamente abstracta con“ visualizaciones musicales”, danzas sin argumento que intentaban traducir la estructura musical de una composición en movimiento. Una de esas obras, Soaring( 1920), con la música del Aufschwung de Schubert, aún se interpreta.
Durante la década de 1920, varios bailarines de Denishawn se fueron para seguir sus propias trayectorias, entre ellos Marta Graham( 1894-1991), la figura más influyente en la danza moderna de mediados del siglo XX. Graham creó más de 150 obras, entre ellas Appalachian Spring( 1944), que Copland escribió para ella. Graham también colaboró con otros compositores, entre ellos Barber, Chávez, Menotti, Schuman y Surinach. La compañía de Graham produjo muchos de los coreógrafos contemporáneos más sobresalientes de Occidente, entre ellos Glen Tetley( n 1926), Paul Taylor( n 1930), Robert Cohan( n 1925) y Merce Cunningham( n 1919). Cunningham tuvo una original y controvertida colaboración con John Cage: trabajaban casi siempre por separado acordando previamente sólo la duración de la obra, por lo que las relaciones entre movimiento y música brotaban posteriormente al azar.
La danza moderna europea fue en buena medida influida por la obra de Rudolf Laban( 1879-1978), quien desarrolló un sistema de notación e instrucción de la danza que aún se enseña en muchos lugares. Entre sus seguidores estuvieron Mary Wigman( 1886-1973) y Kurt Jooss( 1901-1979). La fama de Jooss proviene fundamentalmente de The Green Table( 1932), además de que él fue el coreógrafo de la primera producción de Perséfone de Stravinski con la compañía de Ida Rubinstein( París, 1934). A su vez, Jooss nutrió el talento de Pina Bausch( n 1940), una de las coreógrafas europeas contemporáneas que mayor impacto han tenido. Bausch simboliza en buena medida el acercamiento de la danza moderna a la música: sus obras van desde una nueva versión de La consagración de la primavera( 1975), hasta aquellas con ensamblajes de música ya existente con obras desde Bach hasta canciones populares, y obras sin partitura en el sentido tradicional, como Bluebeard( 1977), que usa un fragmento repetido de la ópera de Bartók tocado en escena por una grabadora.
La generación más joven de coreógrafos estadunidenses está encabezada por Mark Morris( n 1956), quien manifiesta un eclecticismo similar pues sus creaciones van desde una versión“ ópera-ballet” de Dido y Eneas( 1989) de Purcell, hasta nuevas comisiones como Rhymes with Silver( 1997) de Lou Harrison. Una característica de la danza contemporánea es que la música tiende a tomarse ya sea del repertorio moderno o de la época barroca: la música del siglo XIX, que compone una gran parte del repertorio del ballet clásico, es la que menos se escucha en este contexto.
6. Danza y composición después de 1960 Durante la segunda mitad del siglo XX, la relación entre los coreógrafos y los compositores se transformó en varios niveles y por varias razones. Los coreógrafos crearon algunas obras para bailarse sin acompañamiento musical continuo, por ejemplo Café Müller( 1978) de Bausch; otros usaron texto en lugar de música, ya fuera grabado o hablado por los bailarines, como en la obra del coreógrafo estadunidense Bill T. Jones( n 1952). A la inversa, algunos compositores en Europa y los Estados Unidos usaron ideas y técnicas composicionales para“ componer” movimiento y danza. En este repertorio hay una secuencia de danza que usa procedimientos seriales en la ópera Die Soldaten( 1965) de Zimmerman, Pas de cinq( 1965) de Kagel y Kontradanse del Staatstheater( 1969-1970), el clarinetista bailarín de Stockhausen en Harlequin( 1975) y el trombonista en Donnerstag aus Licht( 1978-1980); y en Dumb-Show de Hoyland.
En un ámbito más convencional, Maxwell Davis destaca por haber escrito dos partituras de ballet completas, Salomé( 1978) y Caroline Mathilde( 1990), así como Vesalii icones( 1969) para bailarín, violonchelo y ensamble. El estadunidense Philip Glass ha colaborado