Tennis world es n 06 Tennis World ES n. 06 | Page 25

paliza
encajada
en
los
campeonatos
estudiantiles,
su
padre
le
preguntó
si
quizás
no
había
llegado
el
momento
de
bajar
los
brazos
y
dedicarse
a
otra
cosa.
René
suplicó
y
lanzó
una
apuesta.
Si
antes
de
cinco
años
no
se
había
convertido
en
el
mejor
del
mundo,
lo
dejaría.
Una
pared
llena
de
libros
“Para
convertirse
en
un
campeón
solo
hacen
falta
dos
cosas
­escribiría
más
tarde
en
su
autobiografía-
una
colección
completa
de
libros
sobre
tenis
y
una
pared”.
Practicando
y
volviendo
a
practicar
con
la
meticulosidad
de
un
bibliotecario,
René
puso
manos
a
la
obra
a
su
plan
para
el
próximo
lustro,
alternando
el
tenis
con
la
escuela
en
el
Liceo
Carnot.
Puede
que
no
sea
casual
el
hecho
que
sea
el
nombre
de
un
reputado
matemático
especializado
en
geometria
y
teorizador
de
ángulos
y
bisectrices.
Leía,
observava,
experimentaba.
Repetía.
Se
fijaba
en
los
diferentes
estilos
de
los
adversarios,
sus
puntos
fuertes
y
las
debilidades
y
después
los
catalogaba
en
sus
cuadernos.
René
valoraba
los
defectos
y
las
lagunas
del
juego
y
los
trabajaba
contínuamente
en
sus
entrenamientos,
en
los
que
se
preparaba
para
reproducir
“golpes”
muy
parecidos
entre
ellos
y
calibrados
a
la
perfección.
Resultaron
una
serie
de
tiros
cruzados,
globos
y
reveses
profundos
empuñados
de
un
modo
poco
elegante,
sosteniendo
el
mango
de
la
raqueta
por
la
mitad,
hasta
que
Lenglen
le
convenció
a
cambiar.
“Nunca
se
cansaba
de
entrenar
­le
explicó
su
colega
Cochet
a
Gianni
Clerici-
yo
me
cansaba
mucho
antes
que
él,
Borotra
se
iba
poniendo
excusas
y
Brugnon
se
resignaba
a
quedarse
en
la
pista.
¡Nos
vimos
obligados
a
inventar
el
lanzapelotas!”

Uno
para
todos…

Cochet,
Borotra
y
Brugnon
eran
los
tres
mosqueteros
a
los
que,
como
sucediera
con
D’Artagnan,
se
les
unió
René
en
1923,
completando
el
equipo
más
fuerte
de
la
historia
de
la
Copa
Davis,
con
toda
probabilidad.
Era
un
grupo
en
el
que
los
diferentes
caracteres
e
inquietudes
se
combinaban
a
la
perfección.
Borotra,
el
más
extrovertido,
era
un
divo
“à
la
Lenglen”,
eternamente
dividio
entre
negocios
y
deporte,
y
se
mostraba
nulo
en
el
fondo
de
la
pista
pero
extraordinario
en
la
red;
el
genial
Cochet,
hijo
del
vigilante
del
club
de
tenis
de
Lyon,
jugaba
un
tenis
rebosante
de
talento
y
medias
voleas,
avaro
y
sublime
a
la
vez;
Toto
Brugnon
era
el
más
veterano,
el
doblista
intelectual,
el
hombre
que
unía
el
bloque.
Era
hijo
de
un
abogado
y
tenía
diez
años
más
que
Lacoste.

René
sabía
que
no
tenía
un
talento
natural
por
el
cual
estaba
predestinado
al
éxito
como
escribió
abiertamente;
pero
lo
suplía
con
una
resistencia
absoluta
y
con
una
aplicación
táctica
que
le
convertía
en
invulnerable.
Quien
cimentó
el
equipo
fue
Pierre
Gillou,
un
sabio
directivo
que
representaba
la
mayor
de
las
eminencias
de
la
Federación.
Los
cuatro
coincidieron
por
primera
vez
en
Wimbledon
en
1922.
Brugnon
y
Cochet
perdieron
en
tercera
ronda,
mientras
que
Lacoste
había
caído
en
su
primer
partido.
En
1923
debutaron
en
la
Davis