El excelentísimo señor Borda había ido a México a tramitar la compra de unas minas en Guanajuato. Los únicos que habian quedado a cargo de la parroquia, eran el viejo maestro de obras, el jefe de albañiles y los escultores que tallaban la piedra.
De pronto las nubes llenas de malos augurios, parecían lanzarse hacia la tierra, amenazando ruina y destrucción. Un viento empezó a soplar por las calles de Taxco, y silbaba sobre las torres de la parroquia.
Todo quedó en tinieblas, todos los maestros y obreros aterrorizados bajaron precipitadamente de los andamios se veían relámpagos furiosos que parecían azotar al Huizteco. Bramaban las nubes, los truenos se sucedían unos a otros: se acercaba una terrible tormenta con intenciones de arrasar a la ciudad y a la parroquia. Todo era terror y suspenso en aquel instante tenebroso y fatídico. De repente, un estruendoso relámpago hizo una silueta negra que se abalanzó sobre la parroquia e hizo brillar la cúpula. Toda la talavera se iluminó con luces desconocidas, dejándose ver la leyenda que figura en la cúpula: “Gloria a Dios en las Alturas y Paz en la Tierra a los Hombres de buena voluntad“.
Leyenda de Santa prisca
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