TAREA 5.1: SOY UN EXPONENTE DE LA LITERATURA COLOMBIANA ponente de la literatura colombiana | Page 7

Los vagos comienzos

Vagas resonancias de todo ello fueron lo que llegó hasta nosotros durante los largos y opacos siglos de la Colonia, hasta el punto de que son muy pocas las figuras notables que logran seguir las huellas a los grandes genios del Re­nacimiento español. En el caso de la Nueva Granada, apenas merece una mención la monja Francisca Josefa del Castillo, más por su autobiografía que por sus débiles ver­sos; y bien vale la pena subrayar la im­portancia excepcional que tiene un original y hermético poeta, discípulo de Góngora, es cierto, pero que, tanto en breves como en extensísimos poe­mas, da la medida de un talento lírico excepcional: es Hernando Domínguez Camargo y, sin otras creaciones de mérito especial, se llega pronto a la época de la Independencia y, algo más tarde, a la renovación literaria que im­plica el romanticismo. Lo que queda atrás, o sea, los finales del siglo XVIII y una buena parte del siglo XIX, tiene los límites y la marca pobre de un «costumbrismo» sin verdaderas pro­yecciones estéticas. Y el marco fijado para este comentario literario —en particular sobre la poesía— es otro: es el comprendido entre el año de 1886, que coincide con una nueva forma de gobierno y una nueva constitución po­lítica, y el de 1930 cuando, llegado el partido liberal al gobierno, la totali­dad de las estructuras del país empie­zan a modificarse radicalmente, con un cambio de mentalidad que se hará muy visible en las artes y en las letras.