músicos profesionales. Lograr esa sencillez y esa aceptación no es fácil.
George Martin, llamado “el quinto Beatle”, decía que la música te tiene
que bailar, lo que no significa que sea bailable, sino que mueva algo en
nuestro interior, que nos transporte.
No es que no entienda ciertas “broncas” de quienes intentan renovar el
género. Formar un repertorio de no más de veinte temas archiconocidos,
siempre los mismos, sin ir incorporando nuevos, también es una forma
de combatir al tango desde adentro, cuando se dice defenderlo.
Contribuye a lo mismo no intentar modificar los formatos de difusión, de
programación. Y la actitud de algunos DJ que no se atreven a proponer
algo distinto, por miedo a “perder la clientela”.
Ahora, esto de calificar al tango de muerto o perimido y tratar de
convertirlo en cualquier cosa me lleva a sugerir que, para ser
coherentes, en lugar de agregar calificativos como “de ruptura” o
“alternativo”, encuadren sus creaciones en un nuevo género: el
No_Tango.
(*) El tangómetro
La declaración de Patrimonio de la Humanidad, la proliferación de
festivales, la apertura de nuevas milongas, el hecho de que muchos
músicos jóvenes se inclinen por este género, nos están señalando un
auge del tango. Pero, como toda manifestación de la cultura popular,
este auge contiene muchas impurezas y se produce en lucha
permanente contra concepciones que tienden a limitarlo o a vaciarlo de
contenido.
La cuestión pasa por el grado de comprensión que tenemos de lo que
significa cultura popular. No es un tema fácil de entender, por lo que
muchos se refugian en concepciones dogmáticas. Yo creo que es una
tarea de todos los días aprender, con la mente abierta, de qué se trata. Y
es un aprendizaje que no termina nunca.
Voy a tratar de enumerar los elementos que, en mi opinión, son, en este
momento, un obstáculo para un auténtico desarrollo del tango como
expresión popular.
1.- Los opinólogos que no admiten cambios más allá de lo que fue la
década del 40, olvidando que esa época se destaca justamente por el
auge de la innovación y la renovación. Muchas veces esta postura de
"defensores a ultranza" del tango esconde la mediocridad conciente de
quienes la adoptan como bandera. La actitud se equipara a la de un jefe,