quedaremos embarazadas durante una tanda, ¡es imposible!
(Nuevamente ¡no disparen! permitámonos la humorada.) Y más
importante aún: estamos rodeadas de otras mujeres que muy
probablemente compartan sus propias experiencias bailando con tal o
cual caballero y nos avisen si hay alguien de conocida reputación
violenta o abusiva, o simplemente alguien que nos pueda incomodar
aunque solo fuere porque huele mal.
En otra ocasión hablaré sobre lo que entiendo debiera ser la "sororidad"
en el tango, pero como punto de partida, me gusta pensar que se trata
de una generosa hermandad entre mujeres que se ayudan mutuamente
para disfrutar al máximo del baile con los hombres, y no como una
excusa para transformarnos en odiadoras seriales que reaccionamos ante
las conductas masculinas condenándolas por -supuestamente- denotar el
"poder" sobre nuestro disfrute. Porque ¿saben qué? NO LO TIENEN, y no
lo tendrán en tanto las mujeres maduremos y abracemos el poder que
nos viene dado naturalmente. El poder de elegir es nuestro, es divertido,
es hermoso y nadie nos lo puede quitar.
María Olivera