Tango y Cultura Popular ® N° 165 | Page 29

Horacio Salgán -El Quinteto Real fue una de las experiencias más beneficiosas de toda mi carrera. Lo puedo decir ahora, ya pasado largamente el hito de los 70 años, cuando sé que la experiencia no es más que un billete de lotería, pero comprado después del sorteo... El Quinteto Real sirvió para enriquecer a cada uno de sus integrantes y para embellecer el género. Estábamos Francini, Laurenz, De Lío, Ferro y yo. Después se incorporó Kicho Díaz por Ferro y posteriormente Murtagh reemplazó a Kicho. La idea era demostrar que cinco solistas responsables podían ser un conjunto. Fuimos tres veces a Japón y allí rompimos con todos los moldes. En medio de un éxito monumental, los japoneses se enloquecían especialmente con Francini, lo valoraban como el incorporador de la técnica violinística al tango. ... Luego, con De Lío, trabajamos juntos durante veinte años consecutivos y conseguimos una complementación sonora que no puede definirse, sino que necesita ser escuchada. Con De Lío logramos otra cosa importante para un músico: el silencio del público en cada actuación, como si siempre se tratara de la última, de la actuación de despedida. Me acuerdo siempre de una frase que dice que los músicos son absurdos, porque pretenden siempre que el público se vuelva mudo, cuando lo que el público pretende, a veces es quedarse sordo... José María Otero