Horacio Salgán
-El Quinteto Real fue una de las experiencias más beneficiosas de toda
mi carrera. Lo puedo decir ahora, ya pasado largamente el hito de los 70
años, cuando sé que la experiencia no es más que un billete de lotería,
pero comprado después del sorteo... El Quinteto Real sirvió para
enriquecer a cada uno de sus integrantes y para embellecer el género.
Estábamos Francini, Laurenz, De Lío, Ferro y yo. Después se incorporó
Kicho Díaz por Ferro y posteriormente Murtagh reemplazó a Kicho.
La idea era demostrar que cinco solistas responsables podían ser un
conjunto. Fuimos tres veces a Japón y allí rompimos con todos los
moldes. En medio de un éxito monumental, los japoneses se enloquecían
especialmente con Francini, lo valoraban como el incorporador de la
técnica violinística al tango. ... Luego, con De Lío, trabajamos juntos
durante veinte años consecutivos y conseguimos una complementación
sonora que no puede definirse, sino que necesita ser escuchada.
Con De Lío logramos otra cosa importante para un músico: el silencio del
público en cada actuación, como si siempre se tratara de la última, de la
actuación de despedida. Me acuerdo siempre de una frase que dice que
los músicos son absurdos, porque pretenden siempre que el público se
vuelva mudo, cuando lo que el público pretende, a veces es quedarse
sordo...
José María Otero