El Tango posee una vibrante historia
de amplitud, de creatividad, de
diferentes estilos, composiciones,
arreglos, versiones.
El baile ha acompañado en gran
medida a esa historia. Entonces ¿por
qué restringirlo con reglas absurdas?
Las únicas reglas son las musicales,
que lo definen como tal. Fuera de
eso, el Tango no tiene límites y no
tiene dueños. Cualquier restricción
que se intente imponer en su nombre
es una falsedad y pone de relieve las
limitaciones de quien la emite.
Los reglamentos burocráticos que
se intentan imponer y que hemos
criticado desde estas páginas no
son intrínsecos del Tango. Incluso
las normas de comportamiento son
propias de la vida en sociedad. La
forma de vestirse es un reflejo de
la evolución de dicha sociedad, por
lo tanto no es posible forzar, en
nombre del Tango, a utilizar una
determinada vestimenta.
Cada milonga debe ser una fiesta,
donde la gente vaya a disfrutar, a
expresarse, a sentirse bien. En esto el
musicalizador es una pieza clave y es
bueno que haya diversas propuestas,
pero son los bailarines los que tienen
la última palabra y es saludable que
tengan conciencia de ello.
Idealmente, el DJ debe incluir en
sus tandas variedad de orquestas y
temas clásicos, pero es importante
que amplíe el panorama proponiendo
algo fuera de lo comúnmente
escuchado, siempre que sea bailable.
(El DJ debería saber que bailar no es
hacer pasos de Tango con un fondo
musical).
Nadie tiene que asustarse si se
propone algo nuevo. ¿Cómo hacían
si no las orquestas de la época de
oro cuando tenían que estrenar una
nueva composición? Y se estrenaban
tangos todos los días...
Hay muchos mediocres que, como
saben que no pueden avanzar
y quieren mantener un público
cautivo, inventan restricciones,
intentan desprestigiar a los demás y
ponen piedras en el camino. Confío
plenamente en que el Tango se
seguirá abriendo paso y cada vez
habrá más milongueros, de los
de verdad. Contribuyamos a que
así sea.
¡Muchas gracias y hasta el
próximo número!
Ricardo Schoua
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