que ignoramos, identificándolo y utilizándolo
como una forma de ir más allá del umbral actual
de conocimiento. Sólo siendo conscientes de lo
que no sabemos podremos generar respuestas
creativas e innovadoras, renovando nuestro capital
experiencial.
* Basa su liderazgo en la influencia lateral:
como hemos comentado, la capacidad de influir
sobre personas sobre las que no tenemos una
autoridad formal se convierte en un requisito
esencial en equipos diversos y multidisciplinares,
donde las jerarquías y las líneas de responsabilidad
cada vez son más difusas y cambiantes.
* Cultiva y promueve una visión crítica y estratégica,
cuestionando lo establecido como una
forma de desarrollar nuevos productos y servicios.
Tan importante es cuestionar lo que no
funciona como también aquello que sí lo hace,
ya que los resultados que obtenemos siempre
estarán influenciados por un contexto determinado
que está en permanente cambio. Sólo
contemplando otras posibles situaciones o escenarios
alternativos podremos identificar otras
formas de cumplir con nuestros objetivos.
“Busca un enfoque centrado
en el desarrollo
humano, aprovecha el
entorno para construir
su liderazgo, es autoconsciente
y atiende,
gestiona e integra los
diferentes sistemas a
los que pertenece
El tercer pilar del OMNI-Líder es el de un liderazgo
sensible: el líder ha de ser autoconsciente en todo
momento de su impacto en el entorno, participando
activamente en el tipo de influencia que busca
ejercer en los demás.
Algunas de las actitudes sobre las que descansa
este pilar son:
* Disfruta y promueve la diversidad en el
más amplio sentido de la palabra -generacional,
cultural, de género etc.-. Es consciente de que
un equipo diverso es más complejo de liderar
que uno homogéneo, pero también reconoce la
necesidad de construir y sumar talentos, cualidades
y valores diferentes que le permitan un
mayor grado de adaptación.
* Contempla liderar desde la vulnerabilidad:
entiende que, en tiempos de cambio e incertidumbre,
mostrarse vulnerable no es una
debilidad sino una fortaleza. Sólo reconociendo
lo que no sabe puede dejar un espacio para
recibir y nutrirse de los demás. Mostrarse vulnerable
significa igualmente legitimar a sus
colaboradores a la hora de mostrar miedo, incertidumbre
o no ocultar el error, elemento
clave para seguir creando nuevas respuestas.
* Cultiva la referencialidad desde el “seguidorazgo”.
Reconoce que para liderar a los demás
previamente ha de ser capaz de seguirles:
seguir sus aspiraciones, inquietudes y motivaciones
como paso previo a convertirse en un
referente. El grado de referencialidad que alcance
dependerá en gran medida de este hecho: no
podemos liderar aquello a lo que previamente
no hemos sido capaces de seguir la pista.
* Cultiva la ética y la responsabilidad personal,
siendo consciente en todo momento del
grado de impacto en su entorno y comprendiendo
en qué medida afecta, para bien o para
mal, en su interacción con los demás. Esto supone
igualmente expandir su zona de influencia,
entendiendo que muchas de las cosas sobre las
que no tiene un control directo también pueden
ser influenciadas y cambiadas desde su actuación.
El último de los pilares conecta con el concepto
de liderazgo multidimensional, lo que supone
atender, gestionar e integrar los diferentes sistemas
a los que pertenecemos en un todo. Como
comentábamos al inicio del artículo, no podemos
mantener separados u organizados de la misma
manera esos sistemas, fundamentalmente porque
están presentes simultáneamente en nuestro día a
día; pero esto también nos brinda la posibilidad, si
tenemos las herramientas y actitudes necesarias,
de multiplicar las oportunidades en las que entrenar,
aprovechar y desarrollar nuestras habilidades
de liderazgo más allá del contexto organizacional.
Al igual que los otros tres pilares, promueve e integra
las siguientes cualidades:
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