TALENTO SEP-OCT 2019 talentoSEP2019. | Page 27

presarial, como más útiles y efectivas para conseguir el éxito profesional y, por extensión natural en la época de los yuppies y el workaholismo, en la vida del individuo. En su particular búsqueda de lo que, para- fraseando a Einstein, podríamos llamar la “teoría unificada del éxito”, Covey sostenía que ambos enfoques eran correctos, pero incom- pletos. Por ejemplo, todos conocemos perso- nas profudamente éticas y de sólidos valores cuya vida transcurrió y acabó sin pena ni gloria; y también nos hemos topado con personajes hábiles y carismáticos pero profundamente va- cíos, que incluso llegaron a ser repudiados por la sociedad de la que tanto se aprovecharon. Lo bonito y original de “Los 7 hábitos” es cómo convirtió la evolución de una persona hacia el éxito en una figura parecida a un iceberg, en la que la parte enorme y sumergida tiene que ver con los valores y la solidez del sujeto (por eso el conseguir recorrer esta parte del camino constituye lo que llamó la “Victoria Privada”); y la parte visible (la “Victoria Pú- blica”) está conformada por herramientas que permiten relacionarnos exitosamente con los demás, pero que se apoyan y fundamentan inexorablemente en los valores del individuo. Este mes de agosto, como tengo por costum- bre cada año desde hace algunos, me tomé una semana para recorrer una ruta en moto por alguna zona inhóspita de España. Es mi tiempo de pensar, de cargar energía en ab- soluta soledad y sin rumbo fijo, planificando cada noche qué camino voy a tomar y dónde voy a dormir al día siguiente. Y una semana a horcajadas sobre un motor, recorriendo ca- rreteras perdidas, alojándome en habitaciones más que humildes y tomando café en el bar de la plaza de poblaciones minúsculas, da para unas cuantas reflexiones. Sobre lo divino, lo humano, y hasta sobre Stephen Covey. ¿Y por qué me vino a la cabeza este señor en concreto? Pues por tres cosas que detonaron dichas reflexiones. La primera es el saludo que nos solemos hacer los motoristas cuando nos cruzamos en vías de doble sentido. Si no eres motero y en algu- na ocasión vas detrás de uno en una carretera, verás cómo al cruzarse con otro ambos harán una señal de “V” con los dedos índice y cora- zón de la mano izquierda (si en ese momento está pulsando el embrague, también vale una ráfaga de luces o levantar el pie derecho de la estribera para agradecer al que te ha facilitado adelantarle, los tres gestos tienen el mismo sig- nificado). Dicen que el origen de esta señal se remonta a la Segunda Guerra Mundial, cuan- do los soldados motorizados y los correos que iban y venían del frente se saludaban y desea- ban buena ruta al cruzarse. Ahora no estamos en guerra, pero aún así dos individuos que no se conocen se desean un buen camino libre de sustos; es un gesto respetuoso y solidario no exento de cierto romanticismo, y me encanta saludar y ser saludado por alguien que no co- 27