Esta dinámica resulta útil durante un tiem-
po, hasta que el valor simbólico del “fetiche”
deje paso al premio emocional.
Toma una hoja de papel y divídela en peda-
zos (por ejemplo, veinte). En cada uno de
ellos escribe un “premio”, algo que te haga
ilusión y no suelas hacer diariamente (com-
prarte ese pastel que tanto te gusta, darte
un baño relajante de una hora ajeno al mun-
do, una sesión extra de tu serie favorita de
fin de semana en la playa, por ejemplo-).
No se trata de sacar una bolita cada día (a
no ser que quieras engordar 10 kg a base
de pasteles…), sino de crear y reforzar el vín-
culo entre una acción destacable y un auto-
reconocimiento. Cuando haya transcurrido
un tiempo, verás cómo ya no necesitas fa-
bricar ni sacar más bolitas de la bolsa, poco
a poco habrás cogido el hábito de valorar-
te cuando tú mismo lo juzgues apropiado.
Yo mismo tuve serios problemas de autoesti-
ma en mi juventud, razón por la que conozco
bien todos estos síntomas y sufrimientos. Y, de
entre todos los beneficios que el coaching tra-
jo a mi vida, el mayor, el más impagable, es el
haberme enseñado a valorarme a mí mismo,
como paso previo a ayudar a otros a auto-va-
lorarse. Por eso creo tanto en esta disciplina.
De hecho, cuando me certifiqué como coach
hace más de once años me hice la promesa
a mí mismo de ayudar en todo lo posible a
las personas que no se quieren a sí mismas.
Si te has visto reflejado en este artículo, no
lo dudes. Acude pronto a un coach, porque
sería triste que siguieras sufriendo cuando
la solución a tu problema es tan agradable y
-en muchas ocasiones- tan rápida. Piensa en
tu cubo, analiza bien tu grifo y, si decides que
quieres desatascarlo de una vez por todas, ha-
zlo ya. Quererse es fácil, es barato y es GENIAL.
Netflix…). Cuando hayas escrito un premio
en cada pedacito de papel, haz bolitas con
ellos y mételas todas en una bolsa o una
caja. El día que hayas hecho algo que tú mis-
mo percibas que está especialmente bien, o
que hayas conseguido un reto, o que haya
sido significativo por cualquier otro mérito,
TIENES LA OBLIGACIÓN de ir a tu bolsa de
premios, extraer una bolita al azar y cumplir
lo que ponga en ella. (Una variante es divi-
dir los premios en tres categorías: premios
de bajo nivel, para logros más cotidianos;
premios intermedios -una cena este fin de
semana en un local de moda, por ejem-
plo- para logros señalables; y premios de
alto nivel, para logros muy relevantes -un
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