camente del uso que hagamos de nuestra atención y
capacidad de estar presentes. Sócrates decía que una
vida no examinada no merecía la pena ser vivida, y
llevar un diario de aprendizajes entre cada una de las
sesiones (tanto para el mentor como para el mentee)
es una buena forma de empezar a despertar nuestra
satisfacción. Cultivar el hábito de dedicar unos mi-
nutos después de cada sesión a registrar por escrito
nuestras reflexiones, facilita en gran medida poder sen-
tirnos agradecidos por todo aquello que conseguimos.
• El agradecimiento de cierre. Es conveniente que
al cierre de cada sesión mentor y mentee dediquen
unos minutos a revisar y agradecer todo lo que han
experimentado, reflexionado y sentido a lo largo de
ese encuentro. No hacerlo, o peor, hacerlo de una
forma superficial y rutinaria, compromete en gran
medida la calidad del proceso y la justa valoración
de lo conseguido. Ningún mentor debería de pasar
por alto o trivializar la importancia de ese momento.
Ser capaces de disfrutar del proceso de lo que con-
seguimos mientras seguimos trabajando para lograr
lo que nos falta y queremos, es un elemento esen-
cial que ha de ser cultivado en cualquier proceso de
mentoring o de desarrollo -y ciertamente en nues-
tra propia vida-. Si en algún momento el proceso de
mentoring parece no “llevarnos a ningún lado”, qui-
zás puede ser que lo que nos esté faltando sea
activar algo más nuestra capacidad de apreciar y agra-
decer la oportunidad que la vida nos está brindando.
“La aritmética más difícil de dominar es la que nos
permite contar nuestras bendiciones”.
Eric Hoffer
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