estar cada vez mejor pre-
parados para un “nuevo
labe-rinto”, entraña des-
pertar nuevamente
esa
capacidad de exploración,
haciendo un uso productivo
no sólo de nuestros aciertos
sino también de nuestros
fallos. Generar
culturas
donde no se penalice el
error y donde se facilite el
emplear cualquier expe-
riencia ya sea buena o mala
como una oportunidad de
aprendizaje, es un aspecto
clave si queremos facilitar
el cambio, el desarrollo y
la innovación continua en el
entorno actual.
Construir esa cultura, es
complicado si no dispone-
mos de las herramientas
apropiadas para ello. Cada
vez más, las organizaciones
que apuestan por crear e
implantar culturas de men-
toring, utilizándolo como
herramienta y metodología
para aprovechar el “capi-
tal experiencial”, se está
revelando como uno de
los enfoques más efectivos
para gestionar y rela-
cionarnos con entornos
cambiantes. El mentoring
abre un
espacio para
reflexionar, revisar, cuestio-
nar y actualizar nuestra
comprensión y experiencia,
llevándola más allá de los
“laberintos” conocidos. Y
esto es una habilidad funda-
mental para poder tratar de
forma efectiva con el cambio
y garantizar la supervivencia
y el desarrollo.
“Sólo hay fracaso ante la in-
capacidad de convertir los
errores en aprendizajes”.
23